viernes, 17 de septiembre de 2010

Ciego y sordo, hechando las cartas


Como las arañas, poniendo trampas en todas las puertas, tendiendo emboscadas a los niños que presumen de inocentes con preguntas inocentes, como: "¿Por qué hay calor en la luz?" Les puedes contestar que Buda hablaba de lo ilusorio del mundo, que  la realidad no es más que un sonido en la psique. Les puedes contestar que Sartre dijo lo mismo de Dios , de Francia, del Olimpo y de las letras mudas , n'est- ce pas ?

Puedes ser cortés y esconder el  correo de la misma manera: "¿Cómo estás?", y escondes: "No me importa". Lo que me importa es el grano junto a la nariz que me has reventado 15 veces en los últimos meses y sigue ahí. Lo que me importa es muy poco y nada de lo que me preguntes.

Toda la realidad es física: La mesa en que te apoyas, el cepillo que ahueca el pelo, el sabor del agua que te hidrata por las mañanas. Son sólo puntos que marcan una nulidad completa como el sonido de la "H" en cualquier palabra de las que empiezan por "H".

Las pasiones se esconden debajo de la cama del santo, en silencio por infinito.
Mudo como el final del amor .
Silencioso como el odio ,la malicia ,la serpiente.
Mudo como un rey de ratas.
La estrangulación.

Todos estos disparates deben ser memorizados: "6 euros por escuchar la misa de un Papa", "Encarcelado por violar 6 veces a la misma cabra", "No es lo mismo estar parado que estar desocupado", "El problema es que no hay dinero cash". Apuntate a todas la teorias, a todas las conspiraciones, a todos los miedos populares y se fan de todos los fenómenos adolescentes. Tienes que ser como las agujas de las brújulas apuntando hacia el norte, y en silencio mostrar el poder de lo oculto. Entender el absurdo. Seguir con la tradición. Por nuestros antepasados.

Pero no pienses en  nada más que en empujar nuestros pensamientos hacia la muerte, al infinito.
Es la incapacidad de nuestros sentidos por ver la tierra redonda.
Es nuestro dolor de cabeza crónico.
El sudor de tus calzoncillos.
El amargo del semén.
Las largas distancias.
Las noches de hospital arriba y abajo, con sus pasillos y sus máquinas de café, y sus puertas para salir a fumar.
Y los ojos vendados.
Y el refrán: "El amor es ciego"
Es ciego y sordo
Y se fué de parranda,
Está hechando las cartas.

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