martes, 5 de enero de 2010

LA MUERTE DE SANTA CLAUS



Ha tenido dolores en el pecho por varias semanas, pero los doctores no hacen visitas al hogar en el Polo Norte. Dejó de pagar su seguro médico Blue Cross, se marea cuando le hacen exámenes de la sangre, las batas del hospital siempre se le abren, las salas de espera le causan dolor de estómago, y de todos modos nada más tiene indigestión, por lo menos eso pensaba, hasta el día en que al estarles dando de comer a los renos, sintió como si la mano de un monstruo le hubiera agarrado el corazón y no dejara de apretar. No puede respirar, y el mundo blanco tan hermoso se torna negro, y cae sobre su panza de gelatina en la nieve y la Sra. Claus sale corriendo de la fábrica de juguetes, gritando, y deja a los duendes frotándose sus manitas nerviosas, y la nariz de Rudolph se prende y se apaga como una luz de ambulancia triste, mientras en Houston Texas en una de esas casas en serie, yo, de 8 años, le digo a mi mamá que los mensos de la escuela dicen que Santa Claus es pura mentira, y ella, tomándome la mano, se sienta conmigo en el sofá de flores moradas, con lágrimas en los ojos, y con una terrible noticia en la garganta.

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charles harper webb

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