Beso reconstruido

J.G. me envía una nueva reconstrucción de un texto aparecido en este blog:

De pronto me di cuenta que la podía besar. Empecé a pensar que la besaría. Empecé a pensar que se dejaría besar. Empecé a ver cómo se dejaría besar. Empecé a mirarla pensando que la besaría. Empecé a pensar que en cualquier momento la besaría. Y ahí, en la misma calle, al lado de su coche, después de un desayuno en el bar de enfrente, la besé. La detuve y la besé, y la dije.

- Te quiero mucho, luego te llamo.- y me alejé, y al instante me giré, y la vi sonriendo, y sonreí yo también, pero ella no lo vio, seguramente lo notó, supo enseguida que yo estaba sonriendo, pero ella no lo vio, tristemente no lo vio, y esa misma mañana la puse un mensaje.

- “Estoy alucinando todavía de haber pasado la noche junto a ti, sonreiré todo el día…”

Y fue entonces, una vez enviado el mensaje, cuando me di cuenta que hacía mucho tiempo que no sonreía de la manera tan limpia e inocente que estaba sonriendo esa mañana. Es lo que tiene el amor bien entendido, que sonríes, recuerdas algo de ella y sonríes. Sin ningún motivo especial sonríes, es algo que te puede pasar desapercibido, no te das cuenta si no prestas atención, rara vez te das cuenta, pero yo esa mañana sí me di cuenta, estaba sonriendo. Eso no es muy habitual en mí, yo me río, pero no sonrío, es difícil que yo sonría por algo, es muy difícil verme sonreír, es lo que tiene tener un punto de cinismo, mis mandíbulas se ríen, se desbaratan, pero muy difícilmente sonríen, y si sonríen es socarronamente, sin importancia, cómo queriendo decir:” y a mí que coño me importa lo que me estás contando”, pero esa mañana sonreía, y era por ella.

¡¡¡ Bienvenida al club!!!, ese privilegio sólo se lo regalo a mis grandes amigos, a JV, a SS, a PD, a RF, a Melcocha por ser quién es; pero a ella, a ella no sólo la regalo mi sonrisa, la regalo mi voz si supiese cantar, la regalo mi lectura nocturna para que concilie el sueño, la regalo mis historias, mi forma de ser, la regalo todo lo que ella me pida, y sobre todo la regalo mi aroma. Sí, es todo tuyo, te lo regalo para que me huelas todas las noches de tu vida, si tú quieres, claro.

Ésta es otra historia de amor.

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J.G. reconstruyendo "Tristemente" de Claudio Bertoni