"La oposición entre lugar y no-lugar nos ayuda a comprender que la frontera entre lo público y lo privado se ha desplazado e incluso ha desaparecido, y, sobre todo, que el espacio público se ha convertido en buena medida en un espacio de consumo: la opinión pública se expresa sobre cuestiones políticas del mismo modo en que reacciona frente a la aparición de un nuevo producto. Es pasiva, en este sentido, de la misma manera que es pasivo el individualismo contemporáneo, el individualismo del consumidor, en contraste con el individualismo del emprendedor en la ideología del primer capitalismo. El espacio de lo privado puede acoger este tipo de consumo y devenir una especie de no-lugar individual. No resulta extraño, por ello, que se esté hablando de la posibilidad de votar desde casa en un futuro cercano, a través del ordenador y por correo electrónico. Se completaría, de este modo, un doble movimiento: vuelco del espacio público en el espacio de lo privado y transformación del espacio de lo público en no-lugares susceptibles de acoger la errancia de las soledades singulares. Doble movimiento que llevaría a una deslocalización generalizada: no habría a fin de cuentas más lugares identitarios, ni públicos, ni privados. Ni lugar para el debate."
Marc Augé
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