miércoles, 14 de noviembre de 2007

Sobre la pintura 19ª parte


Mi método de dibujo puede perfectamente no conducir a ninguna parte: Puede producir risas falsas, lágrimas de agua destilada, bostezos en vez de suspiros, pataletas. El autor se da a entender a golpes. De acuerdo, es un bruto. Os invita a quemar vuestras naves, las meninas de Velazquez, la foto del rey, la de tu primera comunión, la del político catalán, la bandera de tu vecina, pero antes te propone quemar tu cartera, tu bolso, tus puntos del carné de conducir.
Tengo derecho a inventarme lo que tiene que ser mi dibujo, tengo derecho a copiar, robar y estafar con mi método. Tengo derecho a comprar y comprar hasta la ruina, antes de que el mundo se acabe.

Entonces porqué molestarse en hacer nada, porqué ofender a nadie o por el contrario ser amable. Si el artista se encarga él mismo de desprestigiar su trabajo, ¿ que puede esperarse de él ? la respuesta es: NADA. Pero no es así, el artista no desprestigia nada, exalta su punto de vista, se vanagloria de sus limitaciones, presume de su derrota, flirtea con el fracaso. Su obra es un cementerio ambulante, preparada para ser enterrada, podrida antes de madurar.
Pienso que ha llegado la hora de modernizar toda esa ceremonia del arte, compasiva y protectora, la estupidez disfrazada de sensibilidad, y mirar hacia este lado de la república... Perdón, no me dí cuenta que aquí no tenemos república, me despisté. NO HE DICHO NADA.
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Basado en un texto de Nicanor Parra

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