lunes, 15 de septiembre de 2025

Gracias Madrid


Este Madrid que no se compra es el que grita al mundo que dejen de matar niños e inocentes en Gaza. 

Me siento orgulloso de mi ciudad y de mis iguales.

Mi Madrid, el que siempre da la cara y no se pone de lado y que a pesar de estar gobernado, en este momento por la peor clase de gente que ha caído por aquí, se resiste a que le quiten la identidad y las maneras. Porque aquí recibimos bien a todo el mundo y nos dicen chulos pero somos abiertos. Que ser chulo es ser directo y nada más y ahí se acaba el problema. Que Ayuso no nos representa, ni Almeida, ni toda esta clase de impostores que ocupan posiciones que acaban con lo de aquí, que colonizan lo madrileño de la peor manera posible. Estos dos pueden ser cualquier cosa menos madrileños. Ni conocen Madrid ni les interesa. Gente que vende un discurso de esta ciudad que desconoce. Porque la chulería no es soberbia, ni despotismo, ni violencia hacia el diferente.

Mi abuela me decía: El cielo es tuyo, eres madrileño. Cuando mueras harás un agujerito para ver tu ciudad. Mi abuela era Madrid. Manuela, pienso mucho en ti todavía.

Aquí, a mi abuela, le tiraron la casa en un bombardeo, durmió en el metro, perdió un hijo y perdió la mitad de su familia. Lo perdió todo pero no perdió su identidad. Las pasó putas y después tuvo que inventarse una nueva vida para vivir en el franquismo y criar a tres hijas. Después quedó viuda y tuvo que seguir adelante con todo. Le tocó ser una superviviente y entender la fragilidad de este mundo. 

Si pienso en Madrid, siempre pienso en mi abuela. Madrid era mi abuela y ahora sigue siendo lo que siento por ella.

Madrid resiste siempre y cuando hay que dar la cara la da y cuando hay que posicionarse lo hace. Madrid le dice al mundo que no hay lugar para la injusticia y que los intereses económicos no valen la muerte de los inocentes y que desde aquí se construye el mundo que debería ser. 

Aquí, desde Madrid. 

Que, por nuestros abuelos, sabemos lo que es pasar hambre y que nos tiren las casas y el sonido de las bombas y que hemos aprendido a ponernos de frente y decir a los genocidas que no tienen nuestro permiso y que nos enseñaron que al mundo hay que gritarle la verdad. Desde siempre, desde Madrid.

Este Madrid, el de verdad, es al que yo le doy las gracias. 

Gracias Madrid y gracias Manuela.

Pienso en un mundo mejor, porque aprendí a tenerlo pisando el suelo de esta ciudad.

Gracias Madrid.

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