Cuanto más miras una cosa, más extraña parece. Cualquier cosa. Si te paras a mirar tu rostro en un espejo el tiempo suficiente, terminarás por ver un extraño. El siguiente paso a la extrañeza es la oscuridad. Te adentras en lo profundo y todo se vuelve irreconocible. Cuando la imagen termina por desaparecer ya ni siquiera hay negro, el vacío absoluto es de un blanco reluciente, y ahí, en ese momento exacto, despareces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario