La cultura está en el punto de mira.
Ahora todo se evalúa y se cuestiona moralmente.
Incluso la gente que hasta hace muy poco luchaba por poder decir, ahora te corrige y te dice que no digas, que no hagas y que si lo haces sigas el discurso, y que si no lo sigues te cancelarán.
Gente que deja de ser en favor de existir en el colectivo. Porque ser colectivo es participar de un pensamiento común, que es mas eficiente, más fácil y descansado, pero menos necesario.
Siempre he pensado que el fascismo es lo mismo a no querer pensar.
Luego viene todo lo demás: La cancelación, la opinión consensuada en las redes, lo que hay que ser y lo que hay que decir. Todos los mesías y las apologías del bien moral. Las correcciones, las valoraciones y la aprobación de grupo. El este sí y el este no. Lo que importa y lo que es el bien común.
Elementos paradójicos que condenan las películas de Woody Allen, pero que dicen que Michael Jackson era un genio a pesar de ser un violador de niños. Tarantino es un gran director a pesar de que su productor violase en serie cualquier mujer que estuviese cerca de ambos. Es un poco este Sí, este No. muchas veces en relación a intereses económicos. Se va decidiendo quien sí y quien no en una política muy correcta de lo que se viene a llamar política de la cancelación.
Todo esto, a mí me parece una pura hipocresía. Todo se revisa: El chiste, la broma, el Quijote y el martirio de Santa Teresa, las obras de Shakespeare, Picasso, Dalí, Lorca y los de la movida. Lo hacen los fascistas y lo hace la izquierda, el colectivo LGTBI y el Opus y cualquier asociación de parte de cualquier causa vulnerable, o no vulnerable.
En estos momentos se pone en evidencia la hipocresía de un país que presume de no conocer su propia historia pero que se solidariza con las causas de países en los que no se respetan los mismos derechos que no se respetan aquí.
Nadie entiende el chiste y la broma y a veces los pocos que entienden la estupidez de lo que hablo son los putos fascistas. Porque si tienes más de cuarenta años tienes muchas posibilidades de ser un fascista. Si tienes más de cincuenta, entonces lo eres. Y si no lo eres, lo pareces y seguramente tienes que corregir la mayor parte de las cosas que dices o piensas.
Cualquier cosa que diga a partir de ahora estará mal vista. Si es porque soy mayor seré un puto fascista y si le llevo la contraria a cualquier otro, seré un puto comunista. Si les digo que no, que me dejen de historias, entonces me asaltarán con los muertos de unos o de los otros. Aquí hay sangre para todos. A los españoles les encanta tirarse muertos. En este país es casi imposible decir que malo era Franco sin que te tiren los muertos encima del otro lado. El "y tú más" lo utilizan hasta los presidentes del gobierno. Da un poco de vergüenza, pero es así.
España sigue siendo las dos Españas, porque sigue viviendo demasiada gente en una y en la otra España.
El rock ha muerto. Los Pistols llevaban una esvástica. Se trataba de provocar a la izquierda. De desacralizar los discursos homogéneos. De demostrar que el pensamiento no es único. De traer la ANARQUÍA. Romper con todo. Vivir fuera del sistema y romper con el sistema.
La batalla está perdida. Ahora la gente más joven viene con el discurso de serie. No les da tiempo a respirar antes de posicionarse en un lugar o en el contrario. Nadie piensa. Todo es lo mismo. El pensamiento es único y polarizado. Las inteligencias artificiales procesan toda esta estupidez y escriben sin parar discursos que nadie ha escrito, que nadie piensa, que no hacen falta pero que llenan las cabezas de los próximos votantes de las próximas elecciones en boca de los candidatos que leen sin problema las ideas que una máquina ha escrito sin pensar demasiado en su contenido.
El mundo se está llenando de palabras vacías, de mentiras, de situaciones engañosas y de peligros falsos. La máquina escribe pero no le importa lo que escribe. El candidato lee pero no le importa lo que lee.
De esta manera los votantes tienen el discurso perfecto.
Todo entra en el discurso o no entra en el discurso. La cancelación es continua. La cultura se extingue. En España la izquierda y la derecha están de acuerdo en acabar con ella. En su guerra abierta por el poder, la cultura es un problema porque hace que la gente piense y no acepte el discurso.
No hay nada peor que gente que tiene ideas propias y la cancelación va de eso.
Ahora, aquí en España
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