Las palabras definen el mundo en el que vivimos.
La cultura, el arte, la política, los medios de comunicación y cualquier otro que se adueñe de la palabra. Todos ellos son los dueños del lenguaje.
Todos ellos hacen de las palabras la definición de nuestros límites de pensamiento. Todos ellos, con nuestras pequeñas contribuciones, definen el momento, la historia y lo que está por venir. El lenguaje nos determina y el que se adueña de las palabras es capaz de cambiar el mundo. Normalmente a peor, porque el dueño de la palabra suele ser el que pretende ganar las voluntades y no las libertades. Aunque no debería ser así.
De todo esto, ya estamos avisados. Ludwig Wittgenstein lo explicó de forma muy clara y todos somos más que conscientes de la trampa que supone que nos tomen la palabra. Sin embargo, el mundo parece que tiende a adoctrinarse en favor de cualquier mentiroso interesado. Antes que pensar en un futuro libre y común.
De esta manera, el lenguaje es más una forma de control que de libertad.
Por eso, del interés inmediato de los políticos por intervenir en el uso del lenguaje, en cada declaración y en cuanto pueden ocupar el espacio con sus discursos. Las palabras mandan y los hechos se explican de formas convenientes. Un presidente de gobierno es, normalmente el que se ha adueñado del discurso y tiene claro que cualquier cosa que diga sustituirá el pensamiento de los que le apoyen, en incluso de los que se opongan. Tener la palabra es mandar, ordenar, decidir y controlar el pensamiento.
El electorado, por otro lado, está deseando que les llenen de palabras en las que creer, aunque luego no sepan como defenderlas ante la realidad, porque normalmente son todas estas palabras dadas las que determinan como ver la realidad, y muchas veces no encajan. Es normal, si estas palabras te las está dictando alguien que vive una realidad ajena a la tuya. En estos casos, los políticos abogan a la fe y dicen cosas similares a esto:
"No me he ocupado de tu realidad, de tu problema y no soy como tú, pero soy sensible a tus problemas, me gustaría entender tu realidad y no te preocupes porque te voy a escuchar y me voy a ocupar de ti y de tu situación"
Es todo mentira y seguramente te darás cuenta al momento, pero más tarde y cuando te des cuenta que has aceptado algo que no era cierto, pero parecía mejor que lo que tenías, entonces cambiarás de opinión y votarás por otro que también te mentirá, y así pasará tu vida mientras votas al poder una y otra vez, mientras al poder nunca le terminas de importar.
Hazte dueño de la palabra, expresa tu frustración, hazlo de forma masiva, todos los días y todas las semanas, educa a tu hijos en la crítica y hazles saber que la libertad es lo que nos merecemos y que hay jaurías de embusteros ahí fuera deseando arrebatársela.
Diles que lean a Ludwig Wittgenstein y que no hace falta que formen un pensamiento político determinado antes de entender de qué hablan las palabras.
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