sábado, 20 de mayo de 2023

fotocopia anatómica


Todos hemos puesto al menos una mano encima de una fotocopiadora o una pantalla de scanner. Pensando en ello, incluso la cara; Seguramente. De ahí a entender que cada parte del cuerpo se puede fotocopiar es un pequeño paso. "Cualquier cosa que proyecte una sombra es fotocopiable", debió pensar el Sr. Xerox.

La fotocopiadora ha acompañado la vida gris de cuello blanco de millones de oficinistas durante los últimos 50 años, y es el emblema de la infinita reproducibilidad de un objeto en dos dimensiones. Si quisieras fotocopiar un objeto tridimensional tendrías que renunciar al menos a uno de ellos. El resultado es una trituración profunda. Aplastamiento y deformación para ser exactos. La fotocopia de una parte anatómica responde a la pregunta "¿cómo me ve un objeto en el que me apoyo?"... o más simplemente subraya que es solo una película y que el resto es aburrimiento onanista. Fenomenología heliográfica pura.

El lado político de la fotocopia anatómica es que es un acto privado expuesto en público, como la pornografía. Es un flash-in-office. Desvistes la parte a copiar con un gesto furtivo, te golpeas contra la fría superficie de cristal y, reflexionando sobre la obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica a lo Walter Benjamín, presionas el botón COPIAR, con la esperanza de que nadie vuelva a la oficina prematuramente, antes de que la copia esté movida. 

No es casualidad que Canon informe de que las llamadas por averías de fotocopiadoras  aumenten un 25 % durante el período navideño. Golpear tu trasero contra la mesa también requiere considerables habilidades de equilibrio, es el precursor de peer-to-peer, debido a su método de distribución, y cuesta menos que la Polaroid. Ayuda a mejorar la relación con los compañeros (que hacen de vigía o que te ayudan a ponerte a cuatro patas sobre el cristal) y con el propio cuerpo: aceptar la visión deformada de la parcialidad es aceptar cada defecto. Mapas de piel, constelaciones de lunares y errores y arrugas. Pocas cosas son más divertidas que esa alegre brigada de colegas que se reúnen los lunes alrededor de la fotocopiadora con la intención de interpretar el halo de cristal dejado como si fuera la Sábana Santa.

Adjunto fotocopia:



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