miércoles, 12 de octubre de 2022

Retrato continuo I


Este ejercicio antipoético consiste en construir un autorretrato respondiendo preguntas al azar de distintos cuestionarios tipo o consultas de usuarios en distintas redes sociales. Este autorretrato será continuo siempre que haya nuevas preguntas. Es un método de escritura en el que la respuesta se convierte en un texto sin intención de final. 
La primera parte sigue así.

Ahora tengo 52 años, pelo castaño y barba cana.
Altura 1,82. 
Creo que sigo midiendo lo mismo, pero es posible que con los años haya menguado y no me haya dado cuenta. La edad te hace pequeño a veces.
Nunca he tenido perro ni mascota, mis padres nunca tuvieron animales en casa y creo que mis abuelos tampoco. Cuando tenía unos 7 u 8 años fui atacado por perros de caza en la casa de un amigo que le hizo gracia soltarlos contra mí y durante años tuve miedo a cualquier tipo de perro que me cruzaba por la calle. Mucho más tarde aprendí a no tener miedo y poder tocar un perro, pero nunca me planteé tener uno, nunca lo tendré. Un día me dijeron que una persona que no se relaciona bien con los animales es mala persona. Muy poco después me quedó claro que la persona que me había dicho esto era muy mala persona. También aprendí que los animales no son buenos ni malos, son las personas las que hacen malas las cosas y hacen malos a los animales. 

Visto en blanco y negro. Pantalón vaquero. Muy pocas veces meto algo de verde, rojo o azul.
La ropa deportiva me parece horrible. Lo fluorescente me parece horrible. Menos mal que existe el negro, también para hacer deporte o ir al gimnasio.

Ahora mis sueños son felices y llenos de buenos momentos. Duermo del tirón y profundo casi siempre pero algunas veces mis sueños se vuelven inquietantes, no las llamo pesadillas porque no me encierran. En estos sueños algunas cosas se repiten, ciertos lugares y sensaciones. Espacios donde sé que lo que hay no es bueno y donde prefiero no entrar. 
Durante unos años sufrí de parálisis del sueño. La sensación era terrible. Y cuando esto empezó a pasar con mucha frecuencia, me angustiaba la idea de irme a dormir sin saber si al abrir los ojos iba a no poder moverme. Ahora sé que era mi respuesta al estrés.
Hace tiempo que duermo sin estos miedos. Mi vida ha mejorado.

He tenido seis coches: Blanco, dorado, azul, plata, negro y negro.

Solo he votado una vez. Voté por Manuela Carmena para el ayuntamiento de Madrid. Nunca antes, nunca después. Mi voto era una protesta contra Ana Botella. Nunca más he tenido la necesidad de votar, siempre me ha parecido que votar era un poco estúpido. Cuando lo hice también lo pensé.

Muchas veces cuento el tiempo en función de mis cortes de pelo. Pienso que cada corte de pelo es un nuevo ciclo. Creo más en los cortes de pelo que en el calendario. Cada corte de pelo es una nueva oportunidad.

Odio los paraguas. Prefiero mojarme o refugiarme en cualquier lugar antes que llevar un artefacto como ese. Es solo agua. El agua no te saca los ojos.

Mi biblioteca se reparte entre huecos de armarios, estanterías de varias casas y lugares de trabajo. Me gustaría tener una casa con una pared donde todo entrase en una misma librería. 

No creo en dios y las religiones me parecen sistemas de abuso y de control, pero me gustan las iglesias, las imágenes de los santos, la semana santa y las procesiones. Voy a verlas siempre que puedo y muchas veces me contagio del fervor y me emociono con los pasos. 

No me gusta el futbol, pero soy del Real Madrid. Voy a Cibeles siempre que hay algo que celebrar.

Solamente me siento a la mesa para desayunar. Como y ceno en bandeja frente al televisor.

En casa siempre voy descalzo, los zapatos fuera. La ropa me la quito y me la pongo cada vez que entro y salgo.

No soporto las canciones o los poemas que riman en consonante. La rima consonante es para el humor.

Los personajes de ficción a los que más me parezco son el capitán Haddock y Lindo Pulgoso (risitas), el perro de Pierre Nodoyuna.

Me gusta caminar y también me gusta conducir. Son las dos cosas que puedo hacer sin ningún objetivo. Cuando camino o conduzco sin propósito me encuentro en el presente continuo y me siento fuerte y valeroso. A veces pienso que el movimiento es una forma de fuga, ese punto que se dibuja hacia el infinito.

Sigo apuntando cosas para un retrato continuo

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