jueves, 30 de julio de 2020

Ay de mí y de los que no supieron apartarse del delirio


Ay de mí y de los que no supieron apartarse del delirio Ay de mí y de los otros que conocieron el sabor de una mirada testicular Ay de mí y de los trashumantes con zapatitos de cuero Ay de mí y del verbo que es el regañadientes que los dioses juraron no existencia Ay de mí y de esos que desearon el entrechoque de las piernas y su sinécdoque invertida Ay de mí y de los besos negados en el día por ser más tarde que lo natural Ay de mí y de todos los que estuvieron por debajo de los porcentajes de la decencia Ay de mí y de los que en esta mesa me acompañan Ay de mí y de los que buscan sus cicatrices en mi espalda juntos Ay de mí y de mi madre que todas las noches llora por mi paraíso Ay de mí y de los que bailan alrededor del falo tótem perdido en las almohadas heridas de la memoria Ay de mí y de los muchachos que se revolcaron en las mismas sucias habitaciones de la cotidianeidad Ay de mí y de los que se desgarran en los baños de las más honorables familias Ay de mí y de las niñitas que lo venden por tan poco Ay de mí y de las genuflexiones sexuales Ay de mí y mis amigas que se ensucian en lo que ellos creyeron perdiéndose Ay de mí y de los que fornican encerrados en un pestillo de cristal Ay de mí y del vértigo de los que escriben en el vacío Ay de mí y la fotografía de mi único amor cerca de mil novecientos Ay de mí y las configuraciones espermatozoidas Ay de mí y la eternidad es una excusa común para no desistir antes de tiempo Ay de mí y los efectos especiales de los genitales masculinos Ay de mí y los juegos que son la excusa de la bella juventud Ay de mí y del Fuego Paralelo que los chicos saben compartir en su roce Ay de mí y los vientos del norte que son siete serpientes Ay de mí y la pieza oscura en que los fugitivos hacen nacionalidad Ay de mí y de los que lloran de verdad pintarrajeados en las discotecas Ay de mí a la intemperie de unas bellas miradas Ay de mí y de los que asesinan cuerpos en blanco Ay de mí y las felaciones bombillas Ay de mí y de las voces que afuera allá se escuchan de repente Ay de mí cuando el escupitajo es la solución más fácil Ay de mí y de Las Tres Marías Ay de mí y de aquellos que de la sangre hicieron pacto de placer Ay de mí y de los malos vinos que se dan vuelta en las mesas de la cristiandad Ay de mí y de los que se quedaron en silencio antes de entregarse a la exquisitez que los mata Ay de mí y de los que fuman su ilegal inmemoria Ay de mí y de las pequeñas cosas que ya se fueron Ay de mí y de la soledad terrible Ay de mí y los gestos que atraviesan el corazón Ay de mí y del vodka naranja que nunca llegó Ay de mí y de los mil demonios Ay de mí y de los que dicen más cosas de las que escuchan Ay de mí y los proxenetas que duermen cuidando a la risa Ay de mí y de los festejantes del sueño en su alucinación temprana Ay de mí y el trago del santo óleo profano Ay de mí y los hocicos de las calles en que las locas convocan su jolgorio Ay de mí y las adivinanzas violentas de los asesinos Ay de mí y de la patria masturbando sus cicatrices para el regocijo de los forasteros Ay de mí y de los cohetes a la Luna Ay de mí y los malos discursos que no paran Ay de mí y los niños que aprendieron a besar como marilyn manson Ay de mí y del espíritu santo de gautama Ay de mí y de quien ya no me espera Ay de mí y de los secretos caprichos de la piel Ay de mí y los dolores de estómago Ay de mí de las probabilidades de las correspondencias Ay de mí y del ultrasonido Ay de mí porque tengo más permisos para ser rebelde Ay de mí por la tolerancia egoísta espero noticias Ay de mí y de los intere$ado$ tanto$ tanto$ Ay de mí y del sincretismo universal del encendedor a la fogata Ay de mí ahora que todos se han ido Ay de mí sin saber arrojarme a los signos del tatuaje Ay de mí y los teléfonos públicos más privados Ay de mí y los preciosos pacos culiaos manoseantes Ay de mí los aeropuertos y los viajes Ay de mí y los sótanos donde se esconden los ratones de la tercera guerra Ay de mí y del desafío para ser Ay de mí y de las drogas norteamericanas 80% del mundo Ay de mí y de los genocidios que nadie recuerda por moral Ay de mí y del océano pacífico Ay de mí y de los meloncitos calameños Ay de mí y de aquellos orgasmos dialécticos Ay de mí y los diccionarios más ilustrados Ay de mí cuando hay que soltarse la mano Ay de mí durmiendo en la insectidad diurna de mi propio kafka Ay de mí y las grandes mentiras para ser más idéntico Ay de mí ahora que vuelvo a escribir Ay de mí porque hablar de es imposible Ay de mí y esto también es proyección Ay de mí y de los compatriotas de la más turbia ciudad ambulante Ay de mí porque parece que muchas películas hemos visto Ay de mí y de los que creen en los espejos Ay de mí y los países de latinoamérica histéricos Ay de mí y los doce duendes con asco Ay de mí y la palabra Ay de mí y de putamadre Ay de mí y las alabanzas judías que los penitentes encabezaron Ay de mí y las lecturas del emperador y del Diablo Ay de mí y los transistores negros del continente más agudo Ay de mí y del mapa de la Manicomia porno star Ay de mí y de las minúsculas ideas que mueven a los despreciantes Ay de mí cuando lo que se dice es lo que las canciones traducen de las lenguas extranjeras Ay de mí y de la carretera vomitando nosotros Ay de mí y del niño en la pieza Ay de mí y las estridencias Ay de mí y de los espacios sin ley Ay de mí y de la fe en el amor que no pide [la pregunta] Ay de mí Ay de mí Ay de mí porque mi dedo es ion


Héctor Hernández Montecinos.

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