jueves, 28 de mayo de 2020

La nueva normalidad


La nueva normalidad está llena de distancias físicas a las que llaman distancias sociales, aunque no lo sean.
Nos reeducamos en el distanciamiento y en la protección de nuestro espacio. No invadimos el espacio ajeno y nos resulta insoportable que alguien invada el nuestro. Ahora nuestro propio espacio es nuestra supervivencia.
Acercarte a alguien requiere de un nuevo protocolo donde no se toca y donde siempre hay una mascarilla que evita nuestro suspiro sobre los demás.
Nada de besos, nada de dar la mano y ningún abrazo, porque eres un posible agente infeccioso.
La basura doméstica se parece cada vez más a la basura de un hospital: Mascarillas, guantes, papel de cocina, botes de lejía, desinfectantes y multitud de productos de limpieza.
Parece como si en tres meses hubiésemos hecho Reset y estuviésemos Re-Programados. Todo son Ceros y Unos, todo es Sí o No.
A veces parece que más que responsables somos obedientes. Obedecer no implica pensar, ser responsable Sí.
La obediencia ha funcionado siempre mucho mejor, en este país, que la educación o la responsabilidad o la conciencia del bien común.
Cuarenta años de dictadura solo se sostienen con un pueblo obediente y no responsable: Irresponsable.
Por eso ahora, lo que mejor hacemos es obedecer. Está en nuestro ADN.
Para algunos, el problema es a quién hay que obedecer.
Es muy duro ser el nieto de un fascista que arrasó este país y exterminó toda idea contraria al expolio de su propio pueblo, y tener que obedecer a un hijodeputa de Vallecas que se ha sentado en el trono del gobierno y que desde su nuevo grupo de Ricos Rojos, de barrio residencial, se pone a dar ordenes a los dueños de este País.
Eso hace que los fascistas se revuelvan y salgan a la calle a pedir LIBERTAD.
Con la bandera del Águila de capa y pidiendo LIBERTAD.
La nueva realidad es multiforme.
En ese momento aparecen las banderas. Banderas por todas partes. Banderas en los coches y banderas de capa de SuperEspañol y banderas en monopatín y banderas de mascarillas, pulseras, pines y gorras.
Los Reyes encantados. Ellos con sus trapis de dinero y corrupción y la gente en la calle diciendo que Sí, que España y que Viva y que la Corona y que Eso.
Luego los demás, que nos sentimos insultados, sacamos las otras banderas. Y es que banderas hay para todos los gustos.
Pones tres colores en una sábana y ya tienes un país, y luego un escudo y tienes una forma de gobernar un país.
Pero no hay nada más hueco que una bandera. Detrás de la bandera no queda Nada.
De esta manera todo el que no sabe que decir, porque solo sabe obedecer, saca y mueve la bandera de su franquicia de pensamiento. No de lo que piensa, sino de lo que otro piensa por él. La bandera es una declaración de obediencia. Es una forma de delegar lo que pienso en la persona que me hace agitar la bandera.
Lo mismo que pasa en el fútbol.
Se trata de
NO PENSAR.

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