sábado, 19 de octubre de 2019

Entrevista con un adicto


No recuerdo ningún buen día de drogas.

Lo que recuerdo es caminar kilómetros en una neblina de drogadictos cerca de MercaMadrid. Pasar mucho tiempo en sitios vacíos y oscuros y dormir en casas que no tenían electricidad.

Recuerdo estar tirado en el baño y caerme en el parque detrás de Méndez Álvaro, y recuerdo pillar delante de mi hijo en el parque de Plata y Castañar.

Recuerdo no recordar la mitad de las cosas que he hecho. Recuerdo el momento de drogarme y solo diez minutos después, y recuerdo una sobredosis en el suelo de mi habitación. 

Recuerdo esos días enfermo en que solo quería acabar con todo.
Recuerdo los días festivos y mis cumpleaños pensando en lo mal que estaba haciendo con todo.

Recuerdo a mi madre llorar y a mi padre dando un portazo. Les recuerdo a los dos asustados mientras abro los ojos en un hospital después de no haber muerto.

Recuerdo la culpa y la falta de esperanza y las ganas de morir y la renuncia a mi propio cuerpo. Y recuerdo las ganas de otra papela y de otro pinchazo.

Recuerdo las marcas de aguja en mi brazo.
Veo las marcas de aguja en mi brazo.
Deseo otra marca de aguja en mi brazo, 
mientras pienso que mi familia estaría mejor si los dejara en paz.

Recuerdo pensar una y otra vez en dejar de existir entre pinchazo y pinchazo.

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