miércoles, 13 de marzo de 2019

En el mundo no hay seres anodinos



En el mundo no hay seres anodinos.
Nuestros destinos son como la historia de los planetas.
Cada uno es singular y único,
No hay planetas que se le parezcan.

Aquel que fue amigo de vivir
alejado de todo,
suscitó el interés de los otros
precisamente por su amor al silencio.

Cada cual tiene su propio mundo secreto.
Con su propio mejor instante
y su propia hora terrible,
que nosotros desconocemos.

Cuando muere un hombre
muere con él su primera nieve,
y el primer beso, y el primer combate…
Se lo lleva todo consigo.

Claro, quedan libros y puentes,
máquinas y telas pintadas;
bastante es lo queda detrás,
pero algo también se pierde.

Tal es la ley del juego despiadado.
No mueren hombres, sino mundos.
Los recordamos pecadores y terrenos.
Pero en el fondo, ¿qué sabemos de ellos?

¿Qué sabemos de nuestros hermanos, de nuestros amigos,
de nuestra única amada?
De nuestro propio padre,
Sabiéndolo todo no sabemos nada.

La gente se va sin vuelta.
Sus mundos secretos no vuelven
y cada vez que pienso en esto
me dan ganas de dar un alarido



Evgueni Evtuchenko

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