viernes, 9 de noviembre de 2018

UNA NOVELA DE METRO. 1ªPARTE. Una Semana de Marzo.Capítulo 8. AFTER HOURS


El Viernes no voy a trabajar. Nadie me espera. En lugar de esto escribo un mensaje a MONA con la intención de echarla un polvo.

Esa noche no hubo respuesta. A ella no le gustan los tipos dramáticos. Ni los artistas. Debajo de "la cosa intelectual" no hay otra cosa que desesperanza y sexo, y eso también lo encuentras en los burdeles. Ella piensa que todos tenemos la misma insignificancia, que de algún modo nos hacemos feos poco a poco. Yo ya sabía que esto era cierto, por lo que prefería seguir con mi "estilo de vida". Lo que me aterraba era pensar que ella también podía ser fea e insignificante, que seguramente lo era, que de hecho así lo había asumido.

Dicho esto escribo un segundo mensaje a LARRUBIA con la intención de echar un polvo. Esta noche está bailando y termina de madrugada. Tampoco me responde. Aun así, le digo que seguro que paso a buscarla al amanecer. Aunque no se donde estaré al amanecer. Ahora simplemente quiero empezar a danzar de un bar a otro. Por eso escribo un mensaje a MIAMIGO, escribo otro mensaje a LITTLE, a S.S., luego escribo otro mensaje y después otro.

Nadie me responde. Por eso sigo escribiendo.


Con teléfono móvil, soy lo mismo que mis manos: Una que escribe y otra que borra. Y Una vez más había cometido la tontería de escribir impulsivamente y enviar enseguida mis mensajes por sms. Las cosas importantes no hay que enviarlas enseguida, hay que guardarlas por lo menos un día, o una semana o no enviarlas nunca. Pero era como si el demonio ya estuviese para siempre en mi espíritu. La mejor manera de perderse era la rendición absoluta, sin negociar, el abandono a lo peor de uno mismo. Además, ya estaba todo cerrado y no tenía tabaco.


Pero con lo que no contaba era que la rendición necesita del otro, de a quién te rindes. Sin respuesta, sin ésto, no hay rendición posible, sin ésto no cambia nada. Me dí cuenta que llevaba muchos años moviéndome con rapidez, pero en el mismo sitio, y así no cambian las cosas. La velocidad no importa, si no cambia el paisaje.

Los mensajes de texto en el teléfono móvil contienen mucha información en muy pocos caracteres. La gente se esmera en abreviar sin que el coste sea excesivo.  Concisión de sentimientos, de datos geográficos y de actitud socio-económica. Escribir un mensaje, borrar un mensaje, elegir un número, borrar un mensaje, borrar un número. la autocensura es el mejor amigo. Agrega. Suprime. Todo esto, esperando el tren en la parada del bús. Cocinando un cordero en una tostadora. Escribiendo el Quijote con un teclado de emoticonos.

Ahora sabes que los mayores placeres los obtienes de meter y sacar cosas de tu cuerpo: Mensajes de texto, mierda, pollas, helado de vainilla, humo, gin-tónics o pastillas. Te afeitas o te maquillas, según sea el caso  y después te sitúas bajo las luces espectroscópicas. La noche avanza y las cosas siguen entrando y saliendo: farlopa, lenguas, orines, saliva, viento.

No conozco a nadie, pero eso nunca ha importado. La confusión crece y crece. Sigo escribiendo. De tu boca sale la verdad. Solo la verdad. Y piensas que del resto de las bocas solo sale olor a colilla. Desayuno de bolsillo, barra de chocolate rota. Pensamientos en Off. Ángeles de madrugada. Un café antes de pensar en nada. cambios. Timbres y relámpagos. Sirenas de ambulancias y de policías. Un tipo que reclama amor. Otro que dice ser español, aunque no habla el idioma. La canción de alguien que no se muy bien quien es, pero sí recuerdo. Otro español, con heridas en el alma, que me abraza y se consuela: Su mujer le pone los cuernos, él le pone los cuernos a su mujer. Otra mujer que exige respeto, otras dos que sufren el desamor. Otro tipo que reclama amor, un pastel, un deseo, dos líneas continuas, y muchas más: Discontinuas.. Un equívoco y un beso que no es duradero pero sí es importante. El ciberespacio. Un comando secreto en busca de info. Dos que hablan de una porno socialista. Un hada frizzada. Bocadillos de debajo de la caja de cartón. Un chino, dos chinos, muchos chinos en la calle. Uno que se esconde en sus tattoos. Una cordobesa camuflada. Un tipo que escapa de la soledad. Una mercera y una veterana de guerra que se encuentran, se unen. Un ensueño de Disney convertido en canción. Si quisiera podría ir recorriendo todas las habitaciones e ir contando todos los azulejos y todas las fracciones de azulejo que van cubriendo el suelo. Podría abrir el local y cerrarlo, y al cabo de unas horas encender un cigarrillo. Podría cortarme los cabellos y echarlos por la pista de baile, donde nadie baila. Degollar al D.J. Oler la pared, golpear la pared, pintar la pared. Mirar el mar, hervir las tortugas, comerme las uñas, fundir seis o siete velas, romperme la cara a macetazos, cantar canciones inventadas. Arrojarme por las escaleras... Pero como siempre, al final cojo la ventana y me la guardo en el bolsillo. Un hada titilante de alas rojas. Un pato. Un simulacro de contenidos cerrados. El sueño de volar. La pesadilla de tener la posibilidad de estar permanentemente despierto. La vigilia. La merienda. El desamor. El amor hacia esa luz de la ventana. Otro Rock. La música de la madrugada que empezó un día antes. Una noche blanca, y otra noche y todas las noches blancas... 

El Arte es ensuciar para conseguir belleza.
Vivir es poder ducharte según te levantas.
No puedes llamar a nadie. Ya nadie llama por teléfono.

Las llamadas de teléfono. Ese es el problema. No es por el alcohol, es la cocaína ¿Cuántas veces he hecho llamadas de teléfono en plan psicótico mientras estaba enfarlopado. ¿Qué tal nunca?. No, porque estamos muy ocupados hablando de pillar o de que no sube, porque nunca te pone bien del todo, y se tarda mucho y se tiene que caer hasta el fondo para reconocer lo crudo de la situación. Esa mierda te deshidrata y tomas una copa y haces otra línea y vuelves a la mierda que te deja cada vez más frustrado con cada línea y con cada intento. Y las llamadas telefónicas no son algo que hacer cuando te encuentras enfarlopado. Así que la cocaína, la cocaína no es el problema. El verdadero problema es el teléfono móvil.

Nadie contesta mis mensajes. Definitivamente soy un fantasma. Hace tiempo que es de día cuando llego a casa. Es Sábado.


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