miércoles, 24 de octubre de 2018

Crematorio


Estoy leyendo Crematorio de Rafael Chirbes y tocan mi puerta. Es Alejandra. Llega media borracha, media caliente, media puta buena para nada. Me dice que quiere un polvo. Un vodka. Una línea. Lo que sea. Quiere algo. Un cuadro de Rembrandt. Un caramelo de menta. Un libro de Bukowski. Le digo que no tengo nada para ella. Que todo lo que tenía lo gasté en otras putas. Que sólo me queda medio limón. Se lo doy. Se va. Destapo una botella de absenta, me lío un porro y pongo a Bach. Despierto y viajo a Torres del Paine. El capataz me dice: pensar que hay gente que gasta mucho dinero para venir acá y a nosotros nos pagan por estar aquí. En el trabajo sigo leyendo Crematorio.

Hugo Vera Miranda

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