miércoles, 6 de junio de 2018

La Noche de la Iguana



La Noche de la Iguana
de


La iguana, en su sentido simbólico, es un animal al que se puede poner en cautiverio, atándole una cuerda al cuello, por lo que permanecerá quieta y si después le quitamos su atadura, el animal se mantendrá inmóvil durante mucho tiempo, incapaz de darse cuenta de que es libre y puede escapar, ocurriendo algo similar con algunos hombres inermes para ejercer su vuelo, o mejor dicho:
!!Miedo a la libertad!!

No puede existir mejor forma para empezar con una frase mítica, dicha por Vivien Leigh, en una película que tiene mucho que ver con esta obra de culto que es LA NOCHE DE LA IGUANA:

-"Siempre confié en la bondad de los desconocidos"-.

Blanche Dubois al final de UN TRANVÍA LLAMADO DESEO, de Elia Kazan. Para mi es una constante en la obra del autor y aquí está presente también:

“...Son personajes que se encuentran por casualidad y que después de su encuentro cambiarán de rumbo...”.

John Houston, hace honor a la aclamada obra teatral de Tennessee Williams, Huston nos cuenta una historia de amor, sexo, celos y conflictos vitales. Mucho ruido, muchos sentimientos, mucha pasión, LA NOCHE DE LA IGUANA llega a un nivel de exceso en el que es difícil respirar. Pero todo en ella es genialidad. El tema no podía desligarse del estilo Williams, al que admiro profundamente: "Un sacerdote retirado tras una crisis de fe, se dedica a hacer de guía turístico en México, acompañando a un grupo de profesoras. Entre ellas, viaja una sensual jovencita que muestra interés por seducirlo. La encargada del grupo despide al ex-pastor por su comportamiento, que se refugia en un hotel regentado por Maxine, antigua amante con la que mantiene buena relación. Allí conocerá a Hannah, mujer rígida y trasnochada que viaja con su abuelo. Estas vinculaciones del sacerdote con los personajes le marcarán para el futuro".

LA NOCHE DE LA IGUANA, es un estudio a fondo de la mujer en diferentes etapas vitales, y la perdición del hombre. También atesora trazos superficiales de comedia negra, pero compuesta de pasiones conflictivas, sin perder de vista el humor satírico con que el director retrata a sus personajes, todos de riqueza inmensa... Es curioso, siempre que veo una obra teatral de Tennessee, o la adaptación al cine, saltan varios títulos imprescindibles para comprender los sinsabores, las crueldades y las vivencias que tuvo que vivir el autor, pues todas y cada una de sus obras, son retazos de su propia vida. En cierto paralelismo y por supuesto, respetando la enorme distancia, mi forma de hablar sobre un film, un actor o una actriz, van entrelazados momentos que yo he vivido, creo que no sabría escribir de otra forma. No se puede tomar como una confesión surrealista personal, el cine y mi vida han ido siempre agarrados de la mano camino de Manderley, (palabra que utilizo metafóricamente hablando y es mi pequeño homenaje al film: REBECA). Aún así hay ocasiones en que me escurro por la humedad de un sudor que aflora cuando recuerdo ciertos instantes de mi existencia, y la tortura existencial se lleva por dentro.

"Un hombre acaba de experimentar demasiado con su saldo emocional. El mío se ha agotado".. -dice el personaje de Burton-Lejos de enderezar su caótica existencia, nuestro atormentado protagonista se verá inmerso en problemas angustiosos, debatiéndose entre sus tentaciones frustradas y su deseo de paz. Es esa noche donde muestra lo más oscuro de las almas, el contraste entre los anhelantes sueños y la agridulce realidad. La película tiene dos puntos fuertes: su procedencia teatral, que aprovecha muy bien las localizaciones caribeñas para desplegar la pasión entretejida por diálogos geniales, y un reparto difícil de comparar; Richard Burton, víctima de su propia existencia; Ava Gardner, madura, sensual, desenfadada propietaria del hotel donde se alojarán; Deborah Kerr, artista etérea y maravillosa; y Sue Lyon, malintencionada jovencita con ojos ardientes, que destila sexo por sus poros, pero como actriz es lo peor de la película, su actuación, ni dirigida por Houston, Visconti o Coppola, lograría ni llegar a la mediocridad, es nefasta desde que aparece en pantalla, una pena existiendo actrices del mismo Actors Studio que habrían dado años de su vida por interpretar su papel. Pero el film, medido al detalle, cada elemento tiene su función. Ninguna escena, por absurda que sea, ningún personaje, por secundario que parezca, ni ningún diálogo, por artificial que resulte, están dejados al azar. Desde la comicidad hasta la poesía, La noche de la iguana no puede ser bandera de perfección, pero es un retrato mas que vivo de la condición humana, de su errático comportamiento y su propia perdición.

La película se basa en la obra de Tennessee Williams, adaptada por el propio realizador. Se rodó en escenarios naturales de Mismaloya y Puerto Vallarta (Méjico). Producida por Ray Stark para la MGM, y su estreno tuvo lugar en Estados Unidos el 6 de Agosto de 1964. Las criticas fueron en general muy buenas, salvo algunas que apuntaron, la ridícula interpretación que Sue Lyon, queriendo parecer una Lolita en baja forma...!!Lamentable!!.... La acción tiene lugar en Virginia y en Méjico, durante el verano de 1940. T. Lawrence Shanon, pastor episcopaliano, rector de la parroquia de San Jaime (Virginia), es acusado de seducir y violar a una menor. Por ese motivo y a causa de trastornos de conducta, es apartado del ministerio e internado en un centro psiquiátrico. Después de obtener el alta, encuentra trabajo en México, como guía de una compañía de viajes turísticos de bajo coste. Una expedición llega a la isla, formada por profesoras de un colegio femenino de Texas, a las que se ha unido Charlotte Goodall, una menor caprichosa, insinuante, caprichosa y voluble. El film se desarrolla como un drama-thriller, que toca temas como el alcoholismo, el consumo de drogas, el suicidio, el paro, el subempleo, la homosexualidad femenina, la ninfomanía, la prostitución masculina y otros. Explora profundamente el complejo mundo del espíritu atormentado del padre Shanon, angustiado y alterado por los problemas que ha tenido y las frustraciones que le han provocado. En un marco de desorientación y confusión, confluyen y se suman en su interior, deseos imperiosos, pero inviables, temores y miedos fundamentados, angustias psicóticas, y del apetito sexual. De poco sirve la búsqueda de mecanismos para dominar la concupiscencia basados en las antiguas prácticas del castigo físico, como por ejemplo andar sobre cristales rotos. No encuentra paz en los apoyos esperados: el de un amigo fallecido recientemente; el de una antigua amante alcohólica, preocupada por el sexo, el de una persona angelical bloqueada por una pasión lesbiana reprimida. El desarrollo de los personajes y de las situaciones es acertado y profundo, muy Tennessee Williams.... La tensión dramática sigue un crescendo que Huston administra con astucia y maestría. Yo destacaría las escenas del baño en el mar de Shanon y Charlotte, el baile de Charlotte en el bar de la playa con dos hombres, la crisis de ansiedad de Shanon, y por su belleza, excelentemente fotografiado en bellos contraluces, el sensual baño nocturno de Maxine con los dos muchachos en la orilla de la plaza. Es una secuencia que siempre que pienso en LA NOCHE DE LA IGUANA, me viene a la mente. Vivir un momento así, tiene que ser rozar la felicidad en gozo orgásmico total, dejando que la libido siga su curso natural.

Aunque Williams dijo que la película no le gustó, lo cierto es que resulta totalmente fiel a la obra teatral, aceptando ciertos márgenes del director para expresar matices aclaratorios en las interpretaciones. John Huston siempre ha expresado un espíritu mas animoso que Williams, una imagen, una visión menos marcada por la derrota y la destrucción, en que los goces de la vida y su búsqueda compensan las pérdidas y las derrotas. El resultado es que el filme LA NOCHE DE LA IGUANA tiene un tono ligeramente más positivo que la obra teatral, aunque en lo esencial se respetaron todos los temas del original. Entre otras cosas, los escenarios en el film son más brillantes que los del teatro. La cámara escapa de los sofocantes límites de la deteriorada posada junto al lago en que nadan Shannon y la joven Charlotte, y en cambio enfoca la fértil vegetación que rodea a la posada, y los caminos montañosos de los alrededores. Estos escenarios expresan visualmente un sentimiento positivo: sugieren que es preferible el mundo fantasioso de los sentidos del hombre al rigor del ‘realismo’ religioso de Shannon. Tanto la película como la obra teatral predican como religión el hecho de valorar la vida. Fred, Hannah y Maxine son una trinidad secular de una religión que opera, no desde las alturas del púlpito, sino en la suciedad y en la mediocridad de la convivencia humana. En ambas, la peor miseria de la condición humana es la soledad. La película parece adecuarse a las normas fílmicas de Huston y esto Williams no lo aceptó, él era partidario del ambiente cargado, de un dramatismo mas en consonancia con las tablas que con la cámara. Houston no se sintió ofendido por las palabras del autor, al contrario, eran excelentes amigos y siempre se respetaron, al final el autor reconoció la enorme calidad del film y que LA NOCHE DE LA IGUANA concordaba muy bien con el modo de ser personal y profesional del director.

¿La filmación sistemática y a gran costo cada una de las obras teatrales Tennessee Williams implica, por parte de los productores norteamericanos, una actitud masoquista ante su oficio?... Especializado en psicoanálisis sentimental, nadie mejor que el propio Williams para responder a esta pregunta. La verdad es que la conjunción desesperada de talento abundante y de presupuesto infinito ha hecho de algunas de sus adaptaciones fílmicas, obras maestras, ¿Pero, resultaría hoy soportable, para el espectador de cine, ver el trabajo de Elia Kazan en "Un tranvía llamado deseo", el de Richard Brooks en "El gato sobre el tejado de zinc caliente", el de Joseph Mankiewics en "De repente el último verano"?, estoy totalmente convencido de que si. Hoy se sigue apreciando estas obras quizá mas que antes, porque afortunadamente existe una generación que las está descubriendo. Me estoy refiriendo sólo a aquellos films que en su momento eran grandes y valiosos; no a los que desde el primer día, combinaban el circulo cerrado teatral y asfixiante de Broadway. Las adaptaciones el cine de algunas de sus piezas han llevado el nombre de su autor a trepar por lo mas algo y hoy está considerando, sino el mejor, una de las mejores plumas de la literatura de Estados Unidos. Elia Kazan, por supuesto, era un célebre director de teatro; Brooks y Mankiewicz, han tenido mucho que ver con la escenificación teatral. Y otro tanto le acontece a John Huston, con LA NOCHE DE LA IGUANA, por más que se le suela considerar como un cineasta libre, puro, al estilo de Ford o de Hawks. El teatro de Williams tiene un gran aliciente obvio para el productor de cine: los personajes, los "caracteres": figuras pintorescas, exóticas, truculentas, alarmantes. Y también una limitación, obvia hasta para un productor de cine: el supuesto acento lírico del dramaturgo, acento que se manifiesta en discursos espesos y enfáticos. Añadamos a esto que su teatro no tiene sino una situación básica: la confesión verbal, con pinceladas de freudismo y otras de misticismo. En principio, se trata de un reto mas que sugestivo para un director de cine.

LA NOCHE DE LA IGUANA, es astuta por momentos, pero majestuosa con el guión y sus personajes. La misma temática, las mismas criaturas presentadas, esta vez, con mayor abundancia de tópicos, ¿"Por qué es tan difícil la comunicación? y de sentimentalismo humanista. Nada de cuanto los hombres hacen es sórdido o vil o reprochable. Richard Burton es un pastor protestante suspendido en sus funciones por "escándalo y fornicación; Ava Gardner es la dueña de un hotel tropical en México, ninfomaníaca y, también alcohólica; Deborah Kerr es una solterona reprimida sexualmente; Sue Lyon es un pobre homenaje de Williams hacia el escritor Nabokov, una Lolita en años de decadencia. Hay dos personajes altamente simbólicos: un poeta viejo, que es la vida contemplativa y una iguana, la vida activa.

John Huston se centro en primer término en sacarle el mejor partido a los actores y vaya si lo consigue, el reparto es todo un deleite para cualquier aficionado al cine: Ava Gardner cínica e inteligente; Deborah Kerr, sabia, fuerte y misericordiosa. La sola voz espléndida y riquísima de Richard Burton en el sermón con que el film comienza hace de "La noche de la iguana" todo un espectáculo; pero Burton no es sólo un declamador asombroso; es también un actor completo, lúcido, persuasivo. Finalmente, algo en lo que yo quiero aclarar: El film no se aparta argumentalmente de la pieza de Williams; lo que el director irlandés le ha introducido es algo de su propio estilo. En especial, su humor. El patetismo, que originalmente era viscoso, casi innoble, se ha esfumado casi por completo; en cambio, los personajes actúan entre sí, y se miran a sí mismos, con talante sardónico, con una feroz jovialidad, y así se atenúa la complacida sordidez con que Tennessee Williams los creó, sin dejar por eso de ser una pieza teatral de gran repercusión, pero lo que el cine trasmite, el teatro lo insinúa, ahí la diferencia.

Se comenta la dificultad en las relaciones Williams-Huston a la hora de escribir el guión, a pesar de su amistad. Y es que aunque algunas opiniones hablan de libertad creativa del director en el guión, y que Tennnesse escribió incluso algunas escenas... las discusiones eran frecuentes, pero siempre dentro de un entendimiento, ambos se admiraban. En todo caso, y si hubiera que afinar la partición en esta parcela, que es la película, el brío y vitalismo de Huston ganaba la partida a las obsesiones psicológicas, represiones y símbolos tennessianos. Así, en la película, recomiendo fijar la atención más en el suave roce personal del director que en el difícil y complicado carácter del dramaturgo. Son comentarios y como tales los expongo en mi articulo, pero dejadme un espacio para la duda, porque yo sé de muy buena tinta, que el dramaturgo siempre se llevó francamente muy bien con todos los directores que adaptaron cualquiera de sus obras, es mas, adoraba a los actores que las interpretaron, sobre todo a uno: Marlon Brando. Pese a todo, creo que esa supuesta caducidad que algunos criticos de ahora han mencionado en algunos medios de prensa, no molesta a quien ame el cine. En parte porque el estilo de recia pujanza de clima tropical que imprimen director y guionista en LA NOCHE DE LA IGUANA, o en las consideraciones sensuales y alegóricas, van más allá de medir fuerzas como si un espectáculo de boxeo se tratase. Todo aquí es puro cine, la magia del espectáculo está servida y nuestras ansias de ver a tantos monstruos juntos queda mas que saciada. Todo queda plasmado con oficio, sabiduría y ganas de ofrecer una historia sin censura, de esas que se devoran.

Tennessee ha sido lo mejor que ha dado el teatro americano. Un genio que, como esas almas errantes que aparecen en sus obras y que no son otra cosa que reflejos de sí mismo, llegaba todo lo lejos que su cuerda le permitía. Todos somos como esa iguana atada, que no puede andar más allá del extremo de la cuerda que la retiene. A menos que Dios juegue a ser Dios y la libere. Los elementos comunes que nunca faltaban en un drama de Williams eran el calor tórrido, la adicción a la sustancias que proporcionan evasión, el alcohol y los espíritus en continua búsqueda. El dramaturgo se retrataba en sus dramas, con recurrente insistencia y con una sagaz, irónica, despiadada y agridulce introspección. El gran escritor consumido por sus diablos interiores resultó ser uno de los más lúcidos visionarios del dolor humano.Una obra de la magnitud de LA NOCHE DE LA IGUANA, significaba un desafío nada fácil en llevarla al cine. Williams era un reto espléndido para cualquier director que soñara con aunar literatura y cine en una sola fusión. Otros ya habían ofrecido su admirado tributo al insigne dramaturgo con rendido respeto a la esencia de sus creaciones, como Elia Kazan, Joseph L. Mankiewicz o Richard Brooks, donde hizo que la actriz Elizabeth Taylor demostraba que era algo mas que una gran belleza. John Huston también se atrevió, sabía que debería estar a la altura. Y lo estuvo. Su película es de lleno el universo Tennessee. Y nos atrae a él como la serpiente atraída por la flauta del encantador. Para comenzar tenemos ante nosotros una fotografía de lujo. Un blanco y negro límpido y osado, tan mórbido como poético, tan exuberante como casi ascético. Un objetivo atrevido, descarado, franco, que sabe cuándo coger el toro por los cuernos y cuándo entrar en la sutileza y en la discreción. Y mis elogios a un memorable Richard Burton, que hace creíble al reverendo Shannon con toda la ácida comicidad de un personaje a medio camino entre dudas de fe, la autodestrucción y el gusto por los placeres. Con esos matices de humor del fracasado que opta por reírse de su sombra, Shannon es el antihéroe desaliñado de mente y de cuerpo, que destila un magnetismo animal rotundo. Una muy lograda caracterización para un personaje medio derrotado, medio vividor que no puede sustraerse a la belleza, ni a las tretas hábiles del escape que se halla en el fondo de una botella. Ava Gardner, otra emblemática figura, derrocha su femineidad salvaje, una sexualidad vehemente y madura, sin medias tintas. Ya se oyeron las voces que se elevarían por parte de los sectores más puritanos de la crítica, pues se afrontan los impulsos de la libido sin ñoñerías, y lo más sorprendente: sin mostrar escenas atrevidas, mas que unos besos robados entre una chica ligera de cascos y Burton, o el maravilloso y un fugaz baño de mar de Ava con dos muchachos, insinuando sexo por los cuatro costados. Fué muy comentado por una parte del público esa intensa y liberal presencia del sexo. Sobre todo ciertas confesiones de infidelidad y de satisfacción del placer por el placer. En otro extremo, Deborah Kerr es el ejemplo de la templanza, de la comprensión que no juzga y de la serenidad alcanzada como una luz al final de un túnel en penumbras del que se logró salir. La dibujante trotamundos que lleva consigo su hogar, acompañada por su longevo abuelo poeta, es algo así como un elemento pacificador, catalizador de las violentas pasiones que rondan por unos entornos tropicales de elevada temperatura emocional. La bellísima culminación del poema del casi centenario soñador viene a traer paz y reconciliación a un rincón que estaba muy necesitado de ellas. Demonios destructivos pinchando almas sin rumbo, almas que persiguen un trozo de calma y de plenitud o que se empapan de la singularidad de esta especie que somos nosotros, en un viaje sin retorno hacia el final de la cuerda.

La oratoria atea de Burton desde el púlpito hacia esos feligreses que han dado la espalda a Dios por contaminar los mares arranca con un presagio que aseguro, dará paso a una bellísima historia que arrasa los tabúes moralmente intocables de una América puritana, en ciernes de abrirse a la contracultura. La crisis del sacerdote hace de él un personaje huraño, controvertido, alcoholizado ante los sinsentidos que el mundo le devuelve. Por eso se debate entre conducir su vida hacia el plano de lo real o hacia el apogeo inconformista que sufre. A tal punto llega su desazón que la única esperanza con la que cuenta para recuperar su fe es la de echarse a nado hasta China. No cree en Dios porque no cree en su criatura más imperfecta: el ser humano. Los demonios que acechan a los personajes no son apaciguados ni por el Dios creador, ni por el ron de Puerto Vallarta. Tampoco por los nativos que bailan bajo la luna con Ava, secuencia corta pero de enorme belleza en un ritual de apareamiento a tres bandas. Un hermoso poema se nos abre a través de un anciano enamorado del mar que le dio la vida y acaba por espantar los miedos de los dos personajes principales. Aparece Deborah, personificada en una mujer optimista que de todo su vagabundeo por un mundo patético, extrae la sabiduría y templanza con la que relativizar esas luchas internas que atormentan a los humanos. Ella lo sabe:

- "Sufrís el pánico, porque os gusta regocijaros en él"- .

Película rompedora: la figura que representa la mayor cota de rectitud, en el peor sentido de la palabra, es la de esa profesora histérica que deja escapar su frustrada condición sexual. Pero Deborah con todo y sus sabias palabras no hace sino dar lecciones desacreditando la farsa que enlata a los seres humanos: estúpidas criaturas de un Dios que renuncia a auxiliarlos exorcizándolos de los temores que les atormentan. Que atormentan a todos excepto a la propia Deborah y a su entrañable abuelo. Ava Gardner se come a todo el que aparece en pantalla, Burton incluido, su arrollador carácter, su cinismo y sus desaires a la época entran en contradicción con sus miedos a perder la belleza, pero es una excusa. Su mayor miedo es perder al hombre que ama. LA NOCHE DE LA IGUANA es la obra celestial de un genio, John Huston.

Esta película fue rodada en el año 1963, justo cuando en pleno rodaje, el asesinato de John F. Kennedy sorprendió a propios y extraños un 23 de noviembre. De hecho el trágico suceso conmovió a Huston, al punto de que posteriormente renunciaría a la ciudadanía estadounidense.

Tennesse Williams, visitó al equipo cinematográfico aportando algunas ideas, como cuando el personaje de Sue Lyon irrumpe en la habitación del hotel de Mismayola para seducir a un atormentado Lawrence y éste camina a modo de Jesucristo sobre cristales rotos. Es un mosaico de las tentaciones del ser humano... De un ser humano que a veces se siente atado por una ligadura mortificante y penosa... Las iguanas, grandes lagartos que habitan en la zona fronteriza de México con Estados Unidos, se asemejan mucho en este aspecto, pues como los humanos buscan una existencia apacible y tranquila, libre de la rapacidad de los nativos... Richard Burton interpreta como ya hiciera en "Quién teme a Virginia Woolf", un personaje complicado que tensa el ambiente hasta momentos insospechados... Un personaje atormentado, el pastor evangelista Lawrence pasa una cruel noche en compañía de dos mujeres y un anciano... Al punto de ser exorcizado, tremenda secuencia en una hamaca que no me dejó indiferente cuando presencié el film. Las interpretaciones de Ava, Deborah y Richard en esos momentos, suben a la intensidad de ser consideradas como interpretaciones gigantes, con una dirección de clase y maestría, haciendo de esta película una de las 10 mejores en la década de los 60.

En la iglesia baptista de St James, el pastor evangelista Lawrence Shannon, predica un sermón titulado "El espíritu de la verdad", similar a lo que hizo Orson Welles en la película "Moby Dick" con el profético sermón de Jonás y la ballena, Lawrence recurre a unos proverbios para hablarnos sobre la necesidad de gobernar nuestro espíritu para que éste no parezca una ciudad sin murallas y derruida... El pastor ha sido acusado de violación y estupro a una menor y siente las miradas de sus feligreses amenazantes y juzgadoras, por lo que prorrumpe en estrepitosas acusaciones, echando a todo el mundo fuera de la iglesia. Es aconsejado por el obispo de la diócesis a tomarse un tiempo largo que aprovechará para trabajar como guía espiritual y turístico en la zona suroeste de la costa americana. De hecho acompaña a un grupo de profesoras baptistas en autobús por la zona norte mexicana... Así y de esta forma va en busca de Dios... Quiere, grita y clama por reencontrarse de nuevo con él y volver a gobernar ese espíritu que se le ha escapado de las manos... Para aquellos que alguna vez han pensado en dar un giro a su vida y encontrar su lugar en el mundo, esta es la película, un film que trata del encuentro de tres personajes intensos y desubicados que llevan toda la vida luchando por encontrar su sitio individualmente, cuando los tres coinciden en el espacio y en el tiempo, saltan las chispas y los acontecimientos se precipitan. El texto de Tennessee Williams es de una belleza increíble, además de ser uno de los pocos de este autor que transmiten una idea positiva de la vida. Vida en conflicto, pero conflicto hermoso y productivo. Confieso abiertamente que tuve una época en que estaba especialmente enamorado de todo lo que escribía el dramaturgo, me dormía leyendo Verano y Humo y me despertaba con ese maravilloso final de Un tranvía llamado deseo. Ahora al cabo de muchos años, me siento orgulloso de aquel romance, pues así y de semejante forma he comprendido ese alma torturada, incomprendida y criticada de Tennesse Williams y mi satisfacción se agranda cuando compruebo mi similitud con el autor.

Tennessee Williams fue declarado no apto para el Ejercito durante la 2ª Guerra Mundial debido a su expediente psiquiátrico, su homosexualidad, su alcoholismo y sus problemas cardíacos y nerviosos. Desconozco si se perdió un buen soldado pero estoy plenamente convencido de que se ganó un excelente dramaturgo. Y es que con ese curriculum personal es imposible, a poco que se den determinadas condiciones básicas, no crear grandes obras. Y LA NOCHE DE LA IGUANA es una obra maestra de la literatura y del teatro. Y también del cine, porque toda la sensualidad, la fuerza y la pasión que asoman en sus paginas, John Huston las hace carne. Y ahí están las carnes sazonadas de una Ava Gardner cuya madurez consigue que nos creamos que el "animal más bello del mundo" está más que nunca a nuestro alcance. Pero no solo de pan vive el hombre. El film es mucho más que un derroche de sensualidades varias. Es también un retrato de los conflictos personales íntimos de todos los personajes. Instantáneas de sentimientos tanto en clave de humor como en clave de tragedia. Diálogos irónicos y chispeantes. Verdades amargas que no pueden ser silenciadas. Todo ello empapado en sudor, lagrimas y sangre. Sudores sureños en los que el dramaturgo se mueve como pez en el agua. Con nervio avanzan las imágenes entre escenarios perfectamente logrados, hacia una declaración de sentimientos por parte de todos los personajes. El papel de Burton ofrece esa situación trágica con fondo de comicidad que cuando resulta cómica es trágica en el fondo. Su lucha es la recuperación de la dignidad perdida. El guión de ese inolvidable escritor, al que venero desde lo mas profundo de mi alma, le acompaña una perfecta dirección que, nos quiere enseñar un tercer mundo reposado, como en la secuencia del río, las lavanderas trabajando y los niños bañándose, ese primer mundo en el autobús donde la cámara rebota de un lado para otro y las mujeres americanas hablando sin parar. El abuelo poeta enmarca unas escenas ya de por sí poéticas con unas declamaciones que completan aún mas la fuerza del guión.

La película tiene otros méritos que la hacen indispensable en el archivo mental del del aficionado al cine: La mujer que llega con su abuelo renuncia al hombre y al empleo porque ve que son situaciones de los demás para salir al paso. Según relata, parece que su vida ha seguido ese rumbo; tiene un momento cumbre cuando dice: “Nada me da asco del comportamiento humano, solo la grosería y la violencia”. Su comportamiento es inquebrantable. Ese personaje está lleno de fibra y realmente hace al espectador plantearse las situaciones que le cuenta al polémico guía turístico cuando le tienen atado a la hamaca. El final es de gran valía cuando el ex-reverendo encuentra en la dueña del hotel de la playa a su compañera y ella sonríe emocionada. Es un final perfecto porque ante la muerte del poeta, la marcha de su nieta y del autobús de turistas, ellos consiguen al menos un final liberador, como el de la iguana. Aquí se reflexiona sobre la fe, la vocación, el amor, la pasión, el sexo, el vacío existencial, la desesperanza, la poesía de la vida...Los dos son personajes que un día perdieron el norte, perdieron el sentido de sus vidas, y quieren volver a recuperarlo. Son interpretaciones muy difíciles por su intensidad y dramatismo y por ello quiero resaltar a estos tres actores: Richard Burton, Ava Gardner y Deborah Keer. Portentosa escena final, en un itinerario penoso de amenazas y pinchazos en medio de la naturaleza donde se pone en juego la reputación de las personas, sus trabajos y sus vidas, el camino correcto no es fácil por las riendas carnales y somete a desdicha y escándalo hasta arrancarle el pellejo mediante actitudes y cánticos, normal que pierda la cabeza en ese jardín de aventura fuera de temporada, el bosque y la playa son un escenario único sin vuelta a la ciudad dónde encontrar la salvación, dónde domar esa jaula de loros furiosos que deberían terminar comiendo de la palma de su mano para mantener su estatus. Un juego precoz que va por asaltos y que introduce el calor para aumentar la sensación de agobio general lejos de la civilización, el fracaso pone la soga al cuello en una pesadilla que se complemente a la perfección con la pareja de artistas para cerrar el ciclo de paz y equilibrio ante el rechazo y la falta de compasión, la vergüenza y las calumnias y otros muchos estados de ánimo que inyectan gran carácter a la historia.

Supone ni más ni menos un juicio a la conducta humana, vivir y dejar vivir y otros intereses, una confluencia de la moralidad con la naturaleza hasta perder los nervios, confesiones peligrosas y promesas planas, el fin de unos es la cuna de la vida de otros y el ataque cegado de unos es la generosidad de otros, esta historia tiene gran inspiración en una enorme cantidad de pequeñas y grandes consecuencias dignas de analizar, el humano actúa inhumanamente con Dios, creador de la Tierra. Una convivencia que mide la debilidad y la fuerza con vibraciones vitales en circunstancias salvajes dónde todos aportan en una noche en la que será difícil descansar y razonar porque se establecen barreras y contactos que definen a la especie sin llegar a la grosería ni a la violencia, la vida son una serie de diablos a los que resistir, ya sea el ron en grandes cantidades o, por ejemplo, los nativos, una iguana que llega al final de la cuerda y personas que juegan a ser Dios sin que éste les corte la cuerda a ellos, a veces Dios libera al que ya no puede caminar para que componga su último poema, otras pone a las personas en situaciones en las que es el amor quien corta la cuerda, barcos a la deriva, nidos en ramas, nidos en el corazón...

John Huston, una de las mejores obras de Tenessee Williams. Y al tiempo que nos dicta su "público mesianismo" con tan majestuoso film, se provee del placer del privado. En cuanto al mundo físico del film haré hincapié en que es una religión a punta de lanza, una reflexión más que un sentimiento, un culto solemne, reglamentado y matemático al universo moral en movimiento de cierta clase muy especial de seres humanos. Es muy difícil domar a la fiera que todos llevamos dentro, porque, afortunadamente, existen los desequilibrios de la sangre. De la vida de sus personajes habría mucho que hablar. Y así uno se sorprende ante ese maduro Richard Burton y todas sus imperfecciones contagiosas. Es mucho mejor el orden de su universo hecho de carne y hueso, que las absurdas crisis religiosas de esa alma inexistente. Que las facultades interpretativas de Burton alcanzan en esta película su más alta cota, ¡ahí queda para todos!. Es gigantesco, parece un sietemesino enloquecido que estremece y enamora a todas las señoras y señoritas. Y cuando Ava Gardner aparece con su poncho mejicano, por primera vez, entre el follaje exótico y ardiente, aprendemos de repente lo que pueden significar los símbolos. En el film "Mogambo", una divinidad en toda la extensión de la palabra, que alcanza un nuevo orden de majestuosidad hollywoodense, yo pienso que nos grita a todos en la cara que es mucha mujer para los hombres que la rondaron en sus tiempos anteriores. Y en su nueva supremacía del film de que hablamos el único que tiene cabida ahora es Mr. Burton, y los dos morenitos que le bailan y alegran sus noches. Deborah Kerr, siempre exquisita, semeja también haber enviudado de Cary Grant, presentándose por con su abuelo poeta y con su optimismo y hermosura, se sobrepone a todo suceso. Y dejo para el final, como un homenaje al gran Stanley Kubrick, la meteórica Sue Lyon, intentando fallidamente repetir su "Lolita", pero lo único que consigue esta pobre es dejar una mancha en tan magno film.

A John Huston le fascinaban los diablos internos y las almas atormentadas, y eso no solo puede percibirse viendo toda su compleja filmografía al completo, sino también en cada minuto de “La noche de la Iguana”, en la que con un pulso increíble maneja todos los elementos de la película como el mayor de los directores de orquestra dándonos su visión más íntima de la obra de Tennessee Williams. Hay que reconocerle el haber sabido dominar a las tres bestias de carácter protagonistas que a punto estuvieron de aniquilar el rodaje por sus constantes peleas. Y no es de extrañar, porque con semejante guión en las manos es fácil perder el juicio.

Quiero recordar la preciosa secuencia la liberación de la iguana, que remite a la resolución de problemas que se imponían en Richard Burton durante toda la película. La iguana, al ser liberada, puede pues volver al mundo que le pertenece realmente. La noche de la iguana, no es sino una admirable muestra de cómo Tennesse Williams basa su corpus dramático en un previo relato breve. La frase mítica “Siempre confíe en la bondad de los desconocidos”, que comenté al inicio de este articulo y que pertenece a UN TRANVÍA LLAMADO DESEO, se me ofrece como una constante de la obra de Tennesse Williams, y que vuelve a parecer en esta versión...

Somos personajes que a veces nos encontramos unos a otros por casualidad y que después de esos encuentros a muchos nos cambia los instintos y nuestras preferencias interiores. Comprendo el personaje de Ava, porque hay mucho de mi en ella, estoy con Richard Burton porque no soporto la hipocresía de la gente, y admiro la sutileza y ternura de Deborah Kerr, porque nos hace mucha falta ser a veces así. Esto no va a cambiar mi mundo y mi modo de ver y percibir los sentimientos, pero estoy con Maxim, cuando enloquecida baja a la orilla del mar, roza su piel con la de los nativos, rápidamente quiere escapar de sus instintos... Su pasión está resumida en la figura de Burton, eso cambia su rumbo, como se aprecia en el final...un bellísimo final que, personalmente, como cinéfilo y como hombre desearía haber vivido.

UN LUGAR LLAMADO PUERTO VALLARTA (MÉXICO) QUE PASÓ A SER LEYENDA DESPUÉS DEL RODAJE DE LA "NOCHE DE LA IGUANA"

Y RESIDENCIA DE ELIZABETH TAYLOR Y RICHARD BURTON, DESPUÉS DE FINALIZAR EL RODAJE DE "CLEOPATRA".

John Huston, Richard Burton y Elizabeth Taylor tuvieron su trabajo, sus vidas y su amor indisolublemente ligados a Puerto Vallarta y la Bahía de Banderas. Sin duda esta ciudad y su gente tiene mucho que agradecerles por el botín recibido, no sólo por sus presencias, sino por el apoyo que recibieron a través de los años. Aunque John Huston había pasado por el pueblo cuando se llamaba Las Peñas con un par de miles de habitantes en 1929, mientras subía por la costa en uno de sus tantos viajes a su amado México, no mucho había cambiado cuando volvió a principios de los 1960 con un proyecto nuevo LA NOCHE DE LA IGUANA y un posible lugar para ubicar la filmación en Mismaloya, basado en una recomendación y contacto de un empresario local. difícil imaginarse cómo fue, no importa cuan pintoresco haya sido ese Puerto Vallarta de antaño que a todos les llamó la atención. Claro, era un pueblo chiquito, tenía sus playas y atractivos tropicales, pero todo era muy primitivo, el acceso difícil, y ninguna comodidad moderna ¿qué fue lo que los hizo instalarse aquí y por qué se quedaron tanto tiempo? Una buena parte de la explicación seguramente era precisamente lo inaccesible, algo que disfrutó Liz Taylor que no podía viajar sin ser asediada por sus fans y, por otro lado, John Huston, que nunca fue un ser muy sociable, en especial al final de su vida en Las Caletas. ¿Cómo llegaron a Vallarta? Se le puede nombrar a varias personas de este fortuito descubrimiento. El inicial y más importante era el director Huston, quien ya era un fan de México que vivió muchos años en varios lugares de la nación y ya tenía películas filmadas en el país. Otro sería Tennessee Williams con su obra ubicada en Acapulco de los años 1940. También hay que incluir a Ray Stark quien ofreció el proyecto de la película a Huston y finalmente, el crucial interés de Guillermo Wulff, un ingeniero de Ciudad de México y empresario local quien a través de varios contactos de alto nivel en el gobierno mexicano, hasta del mismo presidente de esa época tenía interés en apoyar uno de sus proyectos con el glamour de Hollywood, aunque al final salió en bancarrota por sus esfuerzos, pero esa es otra historia. En 1940, Tennessee Williams se fue de vacaciones al Hotel Costa Verde en las afueras de Acapulco y sus experiencias ahí fueron la base de una historia corta que publicó en 1948, titulada "La Noche de la Iguana". El hotel se ambientaba con hamacas colgando fuera de habitaciones con puertas con mosquiteros, una playa tropical privada y rodeada por la jungla. Mientras estuvo ahí, Williams se vio sorprendido por la inercia e indiferencia de los huéspedes a los hechos mundiales y la II Guerra Mundial, echaba la culpa al calor implacable, al sol y los tragos. Ray Stark, en ese momento uno de los ejecutivos más importantes de la industria de Hollywood y uno de los mejores amigos de John Huston, en 1962, le preguntó si estaba interesado en realizar una adaptación cinematográfica de la obra de Williams que ya había sido un éxito teatral en Broadway. Stark lo consideraba la opción obvia, pues Huston ya era considerado un hombre con experiencia de todas las cosas relacionadas a México, habiendo en 1948 filmado "El Tesoro de la Sierra Madre", una de las primeras películas realizada en locaciones fuera de EE.UU., en Durango y Tampico. John aceptó de inmediato, no sólo en base a la amistad con Stark, sino porque respetaba el trabajo de Williams y le daría una excelente oportunidad de ir nuevamente a México a disfrutar de la tierra y gente que tanto amaba. John Huston ya realizaba viajes regulares a México, habían motivos económicos y de impuestos, pero también lo hacía por amor, como el mismo dijo, México "es uno de los países que más me gustan en el mundo", por lo que el proyecto era un calce perfecto, además de darle la oportunidad de trabajar sobre una obra de Tennessee, a quien consideraba un genio capaz de presentar personalidades complejas de manera muy precisa. John Huston y Anthony Veiller escribieron el guión y lo que quedaba era encontrar el lugar para realizar la filmación. Y fue en ese momento crucial cuando se encontró con Guillermo Wulff en Los Ángeles, quien al escuchar del proyecto, inmediatamente sugirió Mismaloya, una playa hacia el sur de Puerto Vallarta, indicó que sería el lugar perfecto para su película de "La Noche de la Iguana". Recientemente había obtenido una concesión del mismismo Presidente de México, Adolfo López Mateos, para realizar un desarrollo de bienes raíces en esa ubicación. La idea era que luego de la filmación de la película, las instalaciones y set se reciclarían para un complejo turístico de lujo, se le ofreció una participación a Huston a cambio de construir un set de mejor calidad con el dinero de la película, una idea que finalmente resultó catastrófica para el empresario. A John y Stark le pareció buena idea y decidieron visitar el lugar.

En los inicios de 1960 Puerto Vallarta era un pequeño pueblo de unos 15 mil habitantes, todavía un pueblo de pescadores tranquilo con un solo camino que lo conectaba hacia el resto del país, que cuando llovía se hacía intransitable. Un viaje a Guadalajara tomaba 16 horas, comparado con los 3 de hoy en día. El mejor método para llegar era por aire. Aunque John Huston había pasado por la zona a finales de 1920 cuando el pueblo era poco más que un caserío, nunca se le ocurrió utilizarlo para el proyecto. Mismaloya en esa época era la combinación perfecta de aguas esmeraldas transparentes, playa de arena clara y suave con jungla densa que llegaba a la orilla misma, Huston la comparaba con las islas del Pacífico Sur. Como no habían caminos de acceso a la playa, todo se tenía que hacer por mar, lo que ciertamente complicaría todo el trabajo, pero eso a Huston no lo espantaba, de hecho era su opinión que daba una dimensión extra de realismo a sus películas y ayudaba a sus actores a dar lo mejor de si mismos. Una actitud muy moderna que ayudó a proyectar las obras del gran director más allá de sus tiempos. Cuando tuvieron que escoger las estrellas para la película, Ray y John estuvieron de acuerdo que Richard Burton sería excelente para el rol principal y que Deborah Kerr sería la artista itinerante de la obra, Ava Gardner sería Maxine, rol que interpretó Bette Davis en la obra de Broadway. Burton y Kerr aceptaron participar, pero Gardner requirió más esfuerzo y Huston y Stark viajaron a Madrid para convencerla, John no aguantó el ritmo y fue Stark el que tuvo que cenar y mimar a Ava por cuatro noches seguidas hasta que finalmente también aceptó, uno de los motivos . que impedía que la actriz aceptase, era la presencia de su amiga Elizabeth Taylor, en aquellos dias amante de Burton, pero al final accedió. Mismaloya fue elegida, no sólo por su belleza natural salvaje sino porque pondría a los participantes en una situación de estrés similar a la presentada en la obra misma. Huston quería dar más realismo a su obra y decía: la locación, tal como el actor, le da un extra a la película, ya sabes, lo envuelve todo en una atmósfera especial". Los actores aceptaron filmar en ese lugar exótico, ¡pero nunca se imaginaron que Huston escogería un lugar donde no habían teléfonos, caminos, electricidad ni agua corriente...!

Hubo un tema en el que Stark y Huston no estuvieron de acuerdo y fue que Huston quiso filmar la película en blanco y negro en vez de a color. Huston era de la opinión que los colores vivos de la jungla y los alrededores distraerían al espectador de la trama, posteriormente en su autobiografía admite que fue un error y el color de hecho habría enfatizado los deseos y tentaciones de la historia misma. Aun así, la decisión de filmar en blanco y negro influyó en su elección de Director de Cinematografía, pues escogió a un pionero de la Época de Oro del cine mexicano, al famoso Gabriel Figueroa. "El camarógrafo, por supuesto, se escoge para la película de la misma manera que se elige al actor", dijo Huston, "decides lo que quieres ver en la pantalla y luego vas y consigues al hombre correcto para lograrlo." La cinematografía fabulosa en blanco y negro de Figueroa también fue motivo de una nominación al Oscar. Una reunión de tanta celebridad, director, actores y actrices, productor, con sus parejas y amantes, muchos de ellos con relaciones previas, en un lugar remoto y caluroso era una combinación que obviamente iba a explotar y crear un montón de noticias jugosas. La vigésimo quinta producción del ya famoso John Huston, con la presencia del mismísimo Tennessee Williams sus amante, Elizabeth Taylor, la actriz mejor pagada de esa época, aun casada, acompañando a su también casado Richard Burton, en una relación adúltera... Sin duda un periodista de la época no podía pedir más, llegaron de todas las partes del mundo, la pareja Burton eran de las mas perseguidas por la prensa, tanto que hasta John Huston decía que habían más periodistas que iguanas en el set de la película. Este fue el inicio de la presencia de Puerto Vallarta en la prensa mundial, cosa que se ha mantenido hasta la actualidad. Las esperanzas de la prensa sensacionalista era que sería una larga serie de escándalos y peleas durante la producción, con tanto famoso y actores y actrices

El asistente personal del agente de Burton, Hugh French, era Michael Wilding, mejor conocido como Sr. Taylor número 2... ¡o sea el segundo esposo de Liz Taylor, aún casada legalmente con Eddie Fisher y como amante del que sería número cuatro (Richard Burton)! Creo que hoy quizá no generaría tanto espanto algo así, pero ¿en 1963? El escándalo fue más grande en México, donde la mojigatería era mayor, habían quienes pedían que se echara a toda la banda de degenerados antes que infectaran el lugar...El director esperando lo peor, decidió "relajar" las cosas regalándole unas pistolas Derringer enchapadas en oro a cada "partícipe" del drama, Stark, Ava, Richard, Elizabeth, Deborah y Sue, cada una con 5 balas con el nombre de los otros colaboradores... ¡Mejor imposible dijeron los periodistas! Para la gran decepción de la prensa, todo salió muy bien, nadie tuvo que usar su pistola y las cosas avanzaron con pocos eventos negativos. La prensa, viendo que no ocurría nada explosivo o escandaloso para reportar a sus jefes, enfocaron sus miradas a Puerto Vallarta para inspirarse y esto, como lo planteó John Huston, "fue el inicio de su popularidad, lo que fue una bendición agridulce."
La película obtuvo cuatro nominaciones al Oscar de las que ganó una, para mejor diseño de vestuario en una película blanco y negro. Otras nominaciones incluyeron a Greyson Hall, por su rol de actriz de reparto como Judith Fellowed, la amante de Lolita, B. Grimes, por mejor dirección artística en una película en blanco y negro; y Gabriel Figeroa por mejor cinematografía en una película en blanco y negro. Ava Gardner también fue nominada para un Globo de Oro y un BAFTA como mejor actriz. La película fue un éxito de taquilla, pero no logró un éxito igualado a las películas anteriores del director, John Huston tuvo una carrera con muchos altibajos, en especial porque no seguía una fórmula, ni dejaba de arriesgarse, nunca se fue por el camino fácil, como todo buen artista. Depués de terminar la película y rentar una casa en Puerto Vallarta, que utilizaron los Burton inicialmente también, en 1976, Huston decidió instalarse en la primitiva Las Caletas, dentro de un ejido de los indios Chacala, a unos 15 minutos por mar de Boca de Tomatlán. Obtuvo una concesión por 10 años con opción a renovar por 10 más, pasado ese periodo, todo lo construido pasaba de vuelta a la comunidad indígena. John Huston disfrutó mucho las casi dos décadas que estuvo en Puerto Vallarta, cosa que se puede leer en su autobiografía "Un libro abierto" y el clima lo ayudó mucho a vivir con su enfermedad pulmonar. Elizabeth Taylor y Richard Burton también se quedaron en el pueblo, su amor creció y se unió al amor que sentían por Puerto Vallarta y su gente, disfrutaban mucho de su tiempo aquí, eran celebridades, pero los respetaban y querían. En este pueblo aislado tenían un poco más de libertad que en otras partes del mundo, podían pasear por el pueblo, ir de compras, bañarse en la playa sin tanto asedio de fans y periodistas. Pasaron a formar parte de la comunidad local y participaron en trabajo comunitario con donaciones y fueron promotores voluntarios de la ciudad junto a John Huston en momentos cuando la ciudad los necesitó Richard Burton le compró la casa que inicialmente rentaban en calle Zaragoza, "Casa Kimberley", para su cumpleaños, en el que cumplió 32 años de edad. Incidentalmente la casa había sido construida por Guillermo Wulff en 1957, una villa de 9 habitaciones en el área llamada Gringo Gulch, cerca del centro de Vallarta. Posteriormente compró la casa al otro lado de la calle y las unió con un puente que nuevamente fue armada por Wulff, basado en el Puente de los Suspiros de Venecia, Italia. La pareja sólo compró dos propiedades mientras estuvieron casados. Huston, Taylor y Burton estuvieron conectados con la ciudad por muchas décadas, Elizabeth Taylor visitó la ciudad por última vez en 1999. Cuando Elizabeth y Richard se divorciaron, el volvió a venir con su nueva esposa, Susan Hunt, a la que compró una casa cercana, y ella ha seguido en contacto con sus amigos y la ciudad desde entonces. Por muchos años hubo un festival de cine en la ciudad e incluía premios en su honor, el Premio John Huston a mejor director, el Premio Elizabeth Taylor a mejor actriz y el Premio Richard Burton para el de mejor actor. Hay también una estatua del director en la Isla del Río Cuale, a unos pasos del centro cultural que se develó para el XXV aniversario del estreno de "La Noche de la Iguana" en 1989.

Aunque ha pasado el tiempo, aún después de muchas décadas, no se les ha olvidado por completo y si hay algo de justicia en este mundo, no deberían ser olvidados mientras exista Puerto Vallarta. Hay actores que marcan los lugares y los trabajos que realizan, Burton lo hizo con LA NOCHE DE LA IGUANA, y Elizabeth con su ya mítico personaje de la Reina de Egipto, como será eternamente recordada.


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