miércoles, 14 de febrero de 2018

Por Navidad



Mi Tía nació y murió un 24 de Diciembre. Mi hija nació después, otro 24 de Diciembre. Mi padre siempre recuerda esta casualidad. Su hermana nació y murió y luego nació su nieta. Todo el mismo día. Y además el 24 de Diciembre.

Hace poco estuve leyendo que es mas habitual de lo que uno imagina el hecho de nacer y morir el mismo día. Dicen que los enfermos, cuando saben que van a morir y falta poco para la fecha de su cumpleaños, aguantan con la esperanza de cumplir un año más, y que una vez conseguida la meta, se relajan y mueren. Consiguen hacer una última cosa en este mundo y luego ya pueden descansar.

Recuerdo que mi tía estuvo la última semana dormida, antes de morir. La causa de su enfermedad provocaba tanto dolor que los médicos la sedaron y luego ella no despertó nunca más y finalmente murió. No se si en su sueño supo calcular la fecha de su cumpleaños o todo fue una casualidad.

Cuando nació mi hija, un año después de la muerte de mi tía, mi padre resolvió su problema. Toda la tristeza que acumulaba desde hacía un año se despejó. Encontró en el nacimiento de su nieta un sentido al dolor por la perdida de su hermana.

A veces las cosas son de esta manera: No importa si son ciertas mientras sean necesarias.

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