Mi sexo me espera como un recuerdo mestizo de mí mismo sin saber la dirección del viento y sin recorrer una cuerda floja. Es un acróbata frágil que se inyecta novocaína y se mueve como un autómata. A menudo es solitario. Casi siempre difícil. Otras veces se retuerce como en un cortocircuito y brilla iluminando los rostros que lo inspiran. Mi sexo es salvaje, y es tierno y recuerda y cree en el azar y explora en otros cuerpos. Mi sexo marca la dirección.
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