jueves, 8 de diciembre de 2016

Agua fría y clara


Una historia de paredes húmedas y desconchadas cubiertas de moho. El moho que crece en todo lo que toca, como la comida o la tapa de la mesa sobre la que se escriben historias como ésta. Las ventanas no tienen cortinas, ni persianas y aunque están llenas de polvo, por la mañana la luz entra de golpe llenándolo todo. Si te asomas, puedes ver el parque y los niños jugando y padres comprando algodón de azúcar y parejas paseando por la playa. No hay sospecha de un desastre. Todo está bien, aunque en realidad no lo está. Las historias están hechas de todo esto y de la tierra que el sepulturero arroja sobre el hueco en la tierra. Fina grava a punto de quebrar mientras nos vamos ciegos y mudos a la mierda.



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