lunes, 14 de marzo de 2016

Ciempiés



1. Tomar una o varias porciones de caos (muy pequeñas) y transformarlas en un mínimo universo.

2. Como en las artes marciales en las que se aprovecha la fuerza del adversario, utilizar los conocimientos del lector, que sabe más de lo que cree.

3. Trabajar con la materialidad del texto. Por ejemplo, en el brevísimo "Huyamos, los cazadores de letras est-n aq--".

4. Azotar las palabras hasta conseguir que se agrupen en un rebaño ordenado. Tener el corral preparado de antemano.

5. Tejer lo fantástico y lo cotidiano en una sola trama. O no. Cortar lo que sobra.

6. Tallar la primera versión como una piedra en bruto, hasta obtener un diamante facetado. Si no es posible librarse incluso de la más mínima imperfección, tirar la piedra a la basura, sin piedad.

7. Si se ha conseguido atraparlo, es que está mal. Un buen cuento brevísimo resulta tan inasible y resbaladizo como cualquier pez o cualquier buen texto literario.

8. A veces no hace falta inventarlos, basta con descubrirlos, incrustados en otros textos, brillando.

9. Prueba de calidad: cuando es realmente bueno, muerde.

10. Ser breve. Y, preferiblemente, también genial.

11. Si se trata de proponer consejos, instrucciones o reflexiones sobre el oficio, que nunca sean diez.



ANA MARÍA SHUA, recogido en Ciempiés: Los microrrelatos de Quimera, editores Neus Rotgers y Fernando Valls, Editorial Montesinos, 2005, pág. 141

No hay comentarios:

Publicar un comentario