Algunos domingos por la mañana la diversión se termina. Recogemos nuestros restos e intentamos irnos a casa haciendo tic tac muy despacio. El sol aparece sobre nuestras gafas oscuras. El tráfico parece lento, y los coches intentan lamentarse en un horrible desfile a baja velocidad. La realidad parece una interferencia en slow-motion, no demasiado nítida, no demasiado acompasada. Sufro de ansiedad pensando en llegar al final de la calle para girar a la izquierda. Necesito las drogas para hacer que las estrellas vengan de nuevo. Necesito medicamentos que te hagan brillar. Necesito las pastillas que me llevan a casa.
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