Rompiendo con la gravedad de un señor de luto, el dueño de una empresa con oficina en las torres gemelas sobrevivió al 11S porque su hijo empezó ese día el jardín de infancia. Otro compañero suyo está vivo porque era su turno para comprar donuts. Una mujer llegó tarde porque su despertador no sonó a tiempo. Otro se retrasó en un atasco debido a un accidente. Otro perdió el autobús. Una secretaria derramó el desayuno en su ropa y tuvo que cambiarse, lo que le llevó unos minutos de más. Hubo a quién el coche no arrancaba. Otro no podía conseguir un taxi. Está el hombre que se puso un nuevo par de zapatos esa mañana y tomó el metro para llegar al trabajo. Los zapatos nuevos le hicieron una ampolla en el pie, y se detuvo en una farmacia para comprar tiritas. Todos llegaron tarde. Todos están vivos.
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