Esta Ciudad. Para vivirla, habría que eliminar la capacidad de sorpresa. Las cosas pasaban... y todo era muy simple. Esta ciudad.
En cuanto a mí, me levantaba cada día a la misma hora, meaba, me duchaba, me cepillaba los dientes. Tomaba café, leía el periódico. Después me iba a trabajar.
Hay personas que cuando nacen ya son seres humanos. Los demás tardamos toda una vida en llegar a serlo. Como tantas otras noches, aquella también dormí con el pié derecho destapado. Y una vez más, el dedo milagroso me salvó de la resaca y el vómito. El día siguiente fue de mucho trabajo. La noche, de alegría y amor.
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