-Hey Jake, it´s a full moon...
-Oh, God...Everytime there is a fool moon... He sings all night long... Teresa, close the window, he´s a driving me crazy!
-Okay!
-Downtown train?
Hecho de menos el aliento de ese último cigarro. Hay muchos otros que echo de menos. Recuerdo aquél que tiré por la ventanilla del coche, hace años, cuando aún me quedaban 300 Kilómetros para llegar a Málaga y ningún dinero para comprar un nuevo paquete en alguna gasolinera. Eso sin pararme a pensar que por la ventanilla no hay que tirar nada y menos un cigarro. Y eso que por entonces no te quitaban todavía puntos del carnet de conducir, pero es que a mi siempre me pareció mal tirar cosas por la ventanilla. Hecho de menos lo obvio, por supuesto: después del sexo, las dos puntas brillantes del mechero y el pitillo, la luz de uno solo de esos cilindros de papel ardiendo, en el extremo de una larga cena con más vino por venir y un anillo de humo de cabotaje en el candelabro, o en una playa de arena blanca, la celebración con los dedos aún húmedos de un baño. El amor en la punta del índice y el anular. Lo hecho de menos.
-Oh, God...Everytime there is a fool moon... He sings all night long... Teresa, close the window, he´s a driving me crazy!
-Okay!
-Downtown train?
Hecho de menos el aliento de ese último cigarro. Hay muchos otros que echo de menos. Recuerdo aquél que tiré por la ventanilla del coche, hace años, cuando aún me quedaban 300 Kilómetros para llegar a Málaga y ningún dinero para comprar un nuevo paquete en alguna gasolinera. Eso sin pararme a pensar que por la ventanilla no hay que tirar nada y menos un cigarro. Y eso que por entonces no te quitaban todavía puntos del carnet de conducir, pero es que a mi siempre me pareció mal tirar cosas por la ventanilla. Hecho de menos lo obvio, por supuesto: después del sexo, las dos puntas brillantes del mechero y el pitillo, la luz de uno solo de esos cilindros de papel ardiendo, en el extremo de una larga cena con más vino por venir y un anillo de humo de cabotaje en el candelabro, o en una playa de arena blanca, la celebración con los dedos aún húmedos de un baño. El amor en la punta del índice y el anular. Lo hecho de menos.
El tono agridulce en los signos de puntuación de la llama y el gesto, la melancolía del cigarro apoyado en el cenicero junto al teclado con algo que escribir o dibujar y el sol entrando por la ventana y la persiana a medio bajar. Ligando caladas de pitillo en pitillo. Hilando frases en el teclado y pensando que todas las canciones que escucho hablan de mi.
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