sábado, 29 de octubre de 2011

En el purgatorio



Estamos como en el 2003 y el trabajo se acumula, las noches se acumulan, todo se acumula, me gasto por la noche el recibo del servicio de luz ( Iberdrola ), que al día siguiente me cortan mientras yo no me entero, porque estoy en un after a eso de las 10 de la mañana, un martes sin importancia. Todo lo demás lo tengo pagado, coche, gasolina, pensión alimenticia, crédito y visa, sin pesar, todo chulo yo. Preparo un evento para el gobierno del PP que me deja mucha pasta, y que me paga todos los recibos, incluido el corte de Iberdrola, incluida la retención de tráfico de un jueves a las ocho de la madrugada mientras veo las caras de los que van a trabajar mientras vuelvo a casa. El señor Ángel Acebes vendrá la semana que viene y cortará la cinta para inaugurar un depósito de agua, todo el mundo sonreirá, se harán la foto y me soltarán el cheque, todos tan contentos y yo que lo hago todo tan bién. Esa misma noche, yo estaré peleando rondas en el Puente de Segovia con música tecno de fondo y soplando al amanecer. En ese momento me acerco a la chica del Gin-Tonic eterno y le suplico: "No viajes esta noche hacia tu obsesión por el infierno".  Ella no sabe de mi y eso es lo que me gusta de ella. Escuchar la misma eterna  historia de niña solitaria de internado no facilita hacerte el amor de madrugada, y ya nadie quiere oirte,  tampoco tu amiga quiere oírte, tampoco tu padre querría oirte. Se balancea  apenada con los vasos y tarda en llenarlos aún sabiendo que mi vista no se despega de su trasero: Ahí está el verdadero infierno, ¿sabes?, entre el último trago y la primera caricia mientras la miro chupar los puntos blancos sobre la carpeta de la documentación del coche. En ese momento los dos rezamos agradecidos al ver de cerca las puertas abiertas al único paraíso que nos pertenecerá. Y sin más, la confieso: "  Me encantaría fotografiarte mientras te tocas", en mi casa, en el Purgatorio.

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