viernes, 8 de octubre de 2010

Run for your Life ( No existe un lugar apacible )


No existe un lugar apacible. No existe la campiña inglesa. El fiordo encantado. El ventisquero perfecto. La avenida limpia. El policía gentil. La rosa transparente. No hay señales que te indiquen la hecatombe. Sólo un salto al vacío. Sólo reflejos de felicidad maldita. Un bregar constante de cuchillos afilados. Conoces a una mujer en un bar. Entre la música, las copas y el destello. Luego vas a su cuarto y es magnífico. Amanece y te duele la cabeza. Ella dice que debe pagar la última cuota. Y siempre así. Ese tipo de diálogos insostenibles. Has vivido equivocado pensando que el amor te salvaría. Que te redimiría. Que podría mantenerte a flote. Que como el salmón, podrías remontar la corriente. Y ahora viajas con ojos vacíos en un subterráneo. Apretujado. Anónimo. Rumbo a ninguna parte. Luego vuelves sobre tus pasos. Y ríes. Comentas las últimas noticias de prensa. Y vuelves a enamorarte. Y otra vez. Amanece y te duele la cabeza. Ella. La otra. Dice que debe pagar la última cuota. Y así. Una y otra vez. Hasta que llega el momento. Cansado. Inútil. Hermano de la ameba. Das tu último puto suspiro.

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Inmaculada Decepción

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