" … debía de hacer no sé cuantos meses que no la veía, quizá más de un año. Estaba viejísima y arrugada. Llevaba un sombrerito ridículo de color lila. Se plantó en la acera delante de mí y me dijo: "¡Has adelgazado, estás flaquísima!". Yo le contesté: "Es que tengo cáncer". Y entonces ella, bizqueando un poco, me miró asustadísima y me soltó: "¡Pues te sienta muy bien!."
...
Para amantes y ladrones de Pedro Zarraluki
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