"No tenemos dinero, no tenemos dominio (.com), no tenemos web... pero tenemos la revista."
Javier Reguera edita el primer número de 200 días en Sing-Sing
Desconocemos el imperio que gobiernan las ideas, pero hoy se nos muestra la posiblidad, cada vez más certera, de difundir propósitos y reflexiones por vías bien distintas. Internet ha hecho realizable la proyección del ciudadano común hacia un auditorio más o menos estable e identificado, y con mayor fuerza el consuelo de que el lenguaje y su vías de información ycomunicación no pertenecen a unos pocos. Cualquiera puede intervenir en ese espacio multifuncional y canalizar su propia vivencia, establecer un proyecto de reflexión, de acción cultural, y comunicarlo. 200 días en Sing-Sing surge como una extensión de otros proyectos, quizás pensando que ese espacio hay que crearlo sin esperar a que te lo den hecho. Internet muestra su inmensa estepa, pero el lugar desde el que uno quiere actuar, interactuar, ha de construirlo uno. No sólo entra en juego la información, tradicionalmente en manos de las grandes industrias de la comunicación, sino que en la actualidad una parte considerable de la información es creada y sostenida por el ciudadano, por el transeúnte. Democracia llevada hasta sus últimas consecuencias. Y en esa parte que desde aquí se quiere invocar, la cultura forma parte de un proceso que, en internet, ha encontrado también sus respuestas. La cultura como un bien común que cualquiera, individual o colectivamente, puede difundir, organizar y recrear. Las revistas online, en cualquiera de sus formatos y variedad de intenciones, suponen una clara muestra de que la transmisión de la cultura no se detiene en el papel impreso o los medios tradicionales. Muchas de esas revistas cumplen hoy la función que anteriormente venía dada por los fanzines, revistas marginales u otras publicaciones de corte minoritario, es decir, una función de difusión en los márgenes de la oficialidad, las instituciones culturales y la prensa ya consolidada en el mercado. Desde 200 días en Sing-Sing quisiéramos pensar que en sus contenidos, en sus propuestas, hay algo de ese bagaje. El primer número, este que ahora pueden abrir, leer y contemplar, no busca más que un encuentro con el arte y la cultura, intentando detallar de dónde venimos y hacia dónde vamos. Lo pasado y lo presente, pues en ese intervalo también puden levantarse espacios de reflexión. La motivación: ir de un sitio a otro, cuestionar, regresar por otras veredas menos trilladas. Y es seguro que en sucesivas entregas iremos perfeccionando nuestro proyecto, el cual ejerce el derecho a la pasión por la cultura desde diferentes puntos de vista, sin cerrarnos a nada, sin encerrarnos. Esa es la consigna.
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