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Todas las mañanas piensa: No soy nada. Nunca seré nada. No puedo querer ser nada. Todas las mañanas se acaricia. Todas las mañanas desaparece un momento. La revolución consiste en "mirar una rosa hasta
pulverizarse los ojos", como
Alejandra Pizarnik. Acariciarse es su momento revolucionario, es su momento poético, su desmayo, su "fuera del mundo", su "contra
ti", su "contra todo". No piensa en
ti, no piensa en otro, solo piensa todas las mañanas y en esta mañana. No cuenta las veces, no se lamenta. Todo lo demás no importa. Todos los demás se van poco a poco mientras se muere.
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