miércoles, 23 de enero de 2008

Mientras tanto... mañana... mañana

Mañana, mañana. Levantarme. Tengo que levantarme. Sueño atravesando mis costillas. Me duermo. Muevo las sábanas. No hay nadie. No, me levanto. duermo de pié, en la ducha. Desayuno. Perfecto, leche, cola cao, galletas. No, galletas no: croissant. Basura, limpiar. Mirarme al espejo, pensar en mis ojos. Desenfocada. Le doy la bienvenida a un par de bostezos. Salgo de casa. Aire frío, aún es de noche, aún hay nubes.
"Conocí una ciudad de noche aterradora
El niño alcohólico temblando en la mazmorra
Confortado por el asesino, la compasión aquí también existe
Los ruidos de la noche clamando, pidiendo ayuda,
Desde la ciudad y desde el jardín que expulsa a quien destruye."
(Malcolm Lowry)
Caminar, uno dos uno dos tres. Estoy viva, ¡Estoy viva! Caminar. He notado claramente que tengo una opinión acostada y otra caminando ¿Quién es aquella persona que anda a lo lejos? Un chico. Que guapo. Gran oscuridad sobre sus espaldas. Infranqueable oscuridad. Anda por la otra acera. Tengo que cruzar. ¿Qué hago? uno dos, estoy viva. Sueño atravesando mis costillas. ¿Cruzo? Es guapo, su espalda tras el anuncio luminoso. Sus pasos. No los oigo. Sí, los oigo, cuánta paz. Estoy viva. ¿Cruzo? Cruzo. Me acerco, distingo sus pantalones, su cazadora marrón, su suspiro. Sueño en nuestras costillas. Es guapo, es perfecto. Ya empiezo a sonreír. Fabulo. Yo no soy portadora de amor. Yo busco el amor. No se asuste. No es necesario que entre por la puerta; puede entrar a través de mi sueño. Imagino un paseo por el campo, la lectura conjunta de Truman Capote. Oh, te quiero. No. ¿Qué haces? Has cruzado. ¿Por qué? Otra vez en la otra acera. Otra vez te vas. No. Por primera vez te vas. Ha desaparecido.
Mañana, lluvia. Muevo las sábanas. No hay nadie.Levantarme. Pies en el suelo. Tengo que ducharme. Frío. Sueño en la cabeza. Cuánto peso. Me duermo. No. Ducha. Frío. Calor de leche, cola cao, galletas. Salgo. Pienso en el tiempo. Llego tarde, tantas veces tarde. Lluvia, noche. Camino, uno dos. Te odio, empleo demasiado tiempo en odiarte, he olvidado los yogures en casa. Mierda. Tristeza. ¿Por qué? Todos duermen. ¡Todos duermen! Cuantos sueños cruzándose por el aire. No lo veo. Desapareció. El chico de ayer no está. Soy la mujer cocodrilo. ¿Acaso no está bien que devore a mi marido? Quizás sea el verdadero modo de conocer el amor. El amor es tan solo olvido. Yo sí sé lo qué es el amor. A ver… sí… lo sabía… No… no lo sé.

Madrugada. Levantarme. No hay sol. Esperar a que salga, quedarme quieta. No ser más la que se levanta antes del día. Mover sábanas. Encender luz. Los ojos pegados. No veo nada. Golpe en el pie contra algo duro. Dolor. Trato de llorar. No lloro. Me duele. No grito. Llego tarde. Ducha, dolor. Agua caliente. Leche caliente. Galleta. Arrugas, mira mis ojos, corrector de ojeras. Arriba, sueños cruzándose. Llego tarde. Abro puerta, cierro puerta, llevo las llaves en el bolso. Uno dos uno dos. Dolor en el pie. ¡Basta ya pie!. Nada. Muerto o tan vivo como yo. Por poco tiempo. los yogures. Otra vez. Llego tarde. Odio. Te odio, acera, te odio. Estoy sola. Miro las estrellas. No hay estrellas. Te odio. Es bueno que te odie. Hay que probar todos los sentimientos posibles. Y descubrir que el amor es la negación de todos ellos. Ser insensible a todo. Ser inmutable. Y así descubrir el amor. Eso que llaman corazón bajo el cuarto botón de mi falda. ¿Qué es el amor? ¿Qué es el amor? Yo lo diré: el amor es una especie de risa… de risa muy leve. Te odio. Nunca te lo he dicho. El amor es éste vacío. Llego tarde. Cojo el metro. No hay cobertura. Apago el teléfono. Te odio. Adios. No hay cobertura.

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