jueves, 28 de diciembre de 2006

el vino del asesino

Mi mujer está muerta, ¡soy libre!
Puedo, pues, beber hasta el hartazgo.
Cuando regresaba sin un sueldo,
Sus gritos me desgarraban los nervios.
Tanto como un rey soy dichoso;
El aire es puro, el cielo admirable...
¡Teníamos un verano semejante
Cuando me enamoré!
1848.

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