Mis peores fracasos tienen que ver con la perdida y también con la renuncia y el abandono. Son fracasos económicos, familiares y sentimentales. Mis peores fracasos son los que me han traído aquí.
Mis peores fracasos tienen que ver con los cambios de gobierno y con las crisis que se encadenan una tras otra en este país, donde unos perdemos mientras otros ganan. E.SP.A.Ñ.A.
Mis peores fracasos tienen que ver con la tensión familiar y el aprovechamiento de los lazos de amistad. Me sorprendo pensando en la cantidad de gente que estaban a mi lado y que han intentado acabar conmigo.
Mis peores fracasos tienen que ver con poder relacionarme con mis hijos. Durante tantos años sintiéndolos secuestrados en una relación fallida en la que cada vez que intentaba estar con ellos me fundían a denuncias.
Mis peores fracasos tienen que ver con un amigo que me traicionó el día que me enamoré.
Mis peores fracasos tienen que ver con mi hermano cuando le descubrí estafando a mis padres.
Mis peores fracasos tienen que ver con mi tía, el día de mi boda, cuando su familia se vio superada con tantos inmigrantes en la misma casa y toda su familia decidió irse de esa "vergüenza".
Mis peores fracasos tienen que ver con no callarme y ser incómodo a lo que tocaba en cada momento.
Mis peores fracasos tienen que ver con evitar entrar en la cárcel ante denuncias que luego eran falsas.
El tiempo lo cura todo y ahora nadie se acuerda de la mayor parte de mis fracasos. Ya supero la edad de la duda. Estoy bien. Siempre lo estoy. Siempre lo he estado. Siempre he estado bien mientras fracasaba. Mientras todo sucedía ante mí.
Si me preguntas que tal, yo siempre digo bien.
¿Qué tal?¿Cómo estás?
Bien. Siempre bien.
No se está mal aquí, viviendo entre los restos del naufragio.
Es un fracaso cómodo y confortable.
Tengo los mejores amigos. Amigos que me quieren de verdad.
Y estoy con la chica de la que enamoré hace más de diez o quince años.
En la deriva me encuentro, y en la deriva encuentro al resto de mis seres queridos. Encuentro el amor de verdad y encuentro mis razones para los demás. Mis hijos vuelven a mí. Y aunque no recupere el tiempo, da igual. Mis amigos me quieren a pesar de estar lejos.
Y yo me siento bien aunque la economía esté siempre jodiéndome.
Apretando la mandíbula y limando los dientes.
Al menos mis dientes son míos.
El pelo me aguanta, al menos unos años, mientras se marchita y se vuelve cano.
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