jueves, 19 de diciembre de 2019

Sonría por favor



"¡Dientes, dientes, que es lo que les jode!
Es constante, cuando me encargan un retrato y pido fotografías para poder realizarlo, que me envíen, la gran mayoría de ellas, con el gesto desencajado, con una sonrisa exagerada enseñando toda la dentadura. Cuando elijo alguna en el que el rostro está sereno o más relajado, es muy normal que se me conteste: “Ay pero es que aquí estoy muy serio”.
Es un signo de nuestro tiempo el confundir sentimientos, banalizarlos. Lo que para mí, como dibujante, es un rostro sereno, tranquilo y relajado, para la gran mayoría de personas es estar serio o triste. ¿Os imagináis que sería del retrato clásico si todos los modelos saliesen sonriendo enseñando los dientes? Lo primero serían terribles dado lo insalubre de las dentaduras en aquellas épocas, pero también nos dejarían un mundo vulgar y banal de rostros abotargados.
Antiguamente la fotografía todavía nos mostraba personas serenas, y nos ofrecía miradas con un toque melancólico y una sensualidad sin mordiscos. Hoy en día con la tecnología de miles de “clics” en un segundo nos han acostumbrado a posar todos con esas sonrisas como dicen los angloamericanos: “de comer mierda”, estupenda expresión para describir este tipo de gestos.
Pero fueron ellos, los “useños”, los que empezaron esta moda de posar con la sonrisa de falsa felicidad. Como los Kennedy, paradigma de la clase alta americana, jóvenes, guapos, deportistas, ¿sanos? Pues lo que esos rubios mancebos de blancas sonrisas escondían no era tal. A John Fitzgerald Kennedy se le diagnosticó la enfermedad de Addison, padecía de hipotiroidismo e ingería diez tipos de fármacos a diario. Quizá su blanca sonrisa exagerada lo que estaba expresando era un dolor insoportable. Tras los Kennedy todo político en campaña, estrella de cine en alfombra roja, cantante en bañador de lentejuelas que se precie y tenga el dinero suficiente para pagarse un dentista, salen todos con sus sonrisas blancas como la nieve calcadas unas de otras.
Esta vulgarización del gesto, de la sonrisa, en nuestra era digital está empezando a resultar patética. Las redes sociales han dejado al descubierto todo un engendro de falsas sonrisas de felicidad consumista. Estos tristes tiburones dispuestos a comerse la fama tonta de Facebook o Instagram nos dejan siempre, después de mirarlos, con esa “sonrisa tonta” de pena.
Pero no todo está perdido, también hay artistas y fotógrafos que intentan buscar el rostro en sosiego. Como por ejemplo Chiqui Zulueta, grandísima fotógrafa que en sus retratos nos muestra una sensibilidad exquisita a la hora de recoger el gesto momentáneo siempre elegante y sereno.
Isabel Pantoja y Julián Muñoz, dos símbolos de la España corrupta, hortera e inculta, se decían el uno al otro para reírse de los paparazzi: “Sonríe, enseña los dientes. Dientes, dientes, que es lo que les jode”. Sí, ellos tenían dinero, robado, para pagarse esas dentaduras repugnantes de la corrupción, ellos son el símbolo de ese gesto zafio, sucio e injusto. Como si nos quisieran decir: “joderos, mierdas, que no tenéis el dinero para pagaros la ortodoncia”.
Pues sí, efectivamente, todos somos iguales con la boca cerrada."

Guillermo Martín Bermejo

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