El miedo se aprende.
Un niño cuando nace no tiene miedo de nada. Puede estar a la intemperie y enfrentarse a las bestias o a la oscuridad y no sentir el miedo. Somos los adultos los que enseñamos nuestros miedos. Señalamos a la oscuridad o a la naturaleza y ordenamos temerla. El miedo es como un virus que contagiamos a los mas inocentes y que luego nunca desaparece.
Generación tras generación inventamos monstruos e inventamos miedos, y luego, cuando crecemos empezamos a disfrutar de nuestros temores. Aprendemos a sentirnos paralizados ante una situación de peligro y sentimos placer al encontrar refugio.
Es la cultura de la No Acción. Un futuro paralizado que evita enfrentarse a nada y a nadie y que te hace más manejable.
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