lunes, 12 de noviembre de 2018

UNA NOVELA DE METRO. 1ªPARTE. Una Semana de Marzo.Capítulo 12. Prefiero tener el pelo corto


Ya es de nuevo Domingo cuando entra un tipo enorme al bar donde ELCAMARERO y yo tomamos Whisky, y aunque a mi nunca me ha gustado el Whisky, ahora me sabe a medicina de la buena.

A mí ese tipo me daba envidia, envidiaba ser tan grande, tan ancho, tan gordo, ocupar el espacio de esa manera absoluta. En su lugar cabrían al menos tres seres insignificantes, como nosotros dos y otro más, de tamaño medio, donde nuestros cuerpos en pequeñas variaciones se ven flacos o gordos, según la semana, según nuestras tripas, según la comida que te has saltado o la que has hecho de más. No como él, que ya no tenia barriga, que era todo un bloque de arriba abajo. Así se lo dije a ELCAMARERO, y él me dijo que estaba mal de la cabeza, que siempre salia con esas cosas raras y que además ese tipo no era poderoso, que tenia un problema enorme y que seguro que sufría por su salud y los problemas derivados de una obesidad tan exagerada.

Yo me imaginé grande, desplomándome en un sofá y pensando que seguramente ELCAMARERO tendría razón. Como las arañas, poniendo trampas en todas las puertas, tendiendo emboscadas a los niños que presumen de inocentes con preguntas inocentes, como: "¿Por qué hay calor en la luz?" Les puedes contestar que Buda hablaba de lo ilusorio del mundo, que la realidad no es más que un sonido en la psique. Les puedes contestar que Sartre dijo lo mismo de Dios , de Francia, del Olimpo y de las letras mudas , n'est- ce pas ?

Puedes ser cortés y esconder el correo de la misma manera: "¿Cómo estás?", y escondes: "No me importa". Lo que me importa es el grano junto a la nariz que me he reventado 15 veces en los últimos meses y sigue ahí. Lo que me importa es muy poco y nada de lo que me preguntes.

Toda la realidad es física: La mesa en que te apoyas, el cepillo que ahueca el pelo, el sabor del agua que te hidrata por las mañanas. Son sólo puntos que marcan una nulidad completa como el sonido de la "H" en cualquier palabra de las que empiezan por "H". Las pasiones se esconden debajo de la cama del santo, en silencio por infinito. Mudo como el final del amor. Silencioso como el odio ,la malicia ,la serpiente. Mudo como un rey de ratas. La estrangulación.

Todos estos disparates deben ser memorizados: "6 euros por escuchar la misa de un Papa", "Encarcelado por violar 6 veces a la misma cabra", "No es lo mismo estar parado que estar desocupado", "El problema es que no hay dinero cash". Apúntate a todas la teorías, a todas las conspiraciones, a todos los miedos populares y se fan de todos los fenómenos adolescentes. Tienes que ser como las agujas de las brújulas apuntando hacia el norte, y en silencio mostrar el poder de lo oculto. Entender el absurdo y seguir con la tradición por nuestros antepasados. Pero no pienses en nada más que en empujar nuestros pensamientos hacia la muerte, al infinito. Es la incapacidad de nuestros sentidos por ver la tierra redonda. Es nuestro dolor de cabeza crónico. El sudor de tus calzoncillos. El amargo del semen. Las largas distancias. Las noches de hospital arriba y abajo, con sus pasillos y sus máquinas de café, y sus puertas para salir a fumar. Y los ojos vendados. Y el refrán: "El amor es ciego". Es ciego y sordo y está echando las cartas.


Puedes desaparecer, pero no del todo. No puedes desaparecer de ti mismo.

Todo es un autorretrato. Un diario. De un solo pelo, tu ADN completo. De tus uñas. De tus dientes. Los detalles forenses. Todo tu historial médico. Todas las medicinas que has tragado desde el pediatra. Los callos en tu mano dicen todos sus secretos. Tu acento. Tu sudor. Tu olor. Las arrugas alrededor de boca y ojos. Lo que comes. Todo lo que haces deja rastro. Huellas dactilares y restos orgánicos en teclados, cajeros automáticos, asientos y moquetas. Compras en supermercados. Cada cosa que miras, que lees, que acostumbras, que gustas. Tu basura. Tu factura del móvil. La bandeja de entrada del correo. Las veces que entras en una estación. Las veces que paras a repostar en una gasolinera. Todo es un autorretrato. Es todo eso lo que hace imposible desaparecer completamente.

Después cierra el bar y me despido de ELCAMARERO y miro de reojo al tipo GRANDE y vuelvo a estar solo por poco tiempo: AFTER HOURS.

Desayuno de bolsillo, barra de chocolate siempre rota. Pensamientos en Off. Ángeles de madrugada. Un café antes de pensar en nada. cambios. Timbres y relámpagos. Sirenas de ambulancias y de policías. Un tipo que reclama amor. Otro que dice ser español, aunque no habla el idioma. La canción de alguien que no se muy bien quien es, pero sí recuerdo. Otro español, con heridas en el alma, que me abraza y se consuela: Su mujer le pone los cuernos, él le pone los cuernos a su mujer. Otra mujer que exige respeto, otras dos que sufren el desamor. Otro tipo que reclama amor, un pastel, un deseo, dos continuas, y muchas más: Discontinuas.. Un equívoco y un beso que no es duradero pero sí es importante. El ciberespacio. Un comando secreto en busca de info. Dos que hablan de una porno socialista. Un hada frizzada. Bocadillos de debajo de la caja de cartón. Un chino, dos chinos, muchos chinos en la calle. Uno que se esconde en sus tattoos. Una cordobesa camuflada. Un tipo que escapa de la soledad. Una mercera y una veterana de guerra que se encuentran, se unen. Un ensueño de Disney convertido en canción. Si quisiera podría ir recorriendo todas las habitaciones e ir contando todos los azulejos y todas las fracciones de azulejo que van cubriendo el suelo. Podría abrir el local y cerrarlo, y al cabo de unas horas encender un cigarrillo. Podría cortarme los cabellos y echarlos por la pista de baile, donde nadie baila. Degollar al D.J. Oler la pared, golpear la pared, pintar la pared. Mirar el mar, hervir las tortugas, comerme las uñas, fundir seis o siete velas, romperme la cara amacetazos, cantar canciones inventadas. Arrojarme por las escaleras... Pero como siempre, al final cojo la ventana y me la guardo en el bolsillo. Un hada titilante de alas rojas. Un pato. Un simulacro de contenidos cerrados. El sueño de volar. La pesadilla de tener la posibilidad de estar permanentemente despierto. La vigilia. La merienda. El desamor. Mando un mensaje de texto justo antes de llegar a casa. El amor hacia esa luz de la ventana. Otra canción. La música de la madrugada que empezó un día antes. Entro en casa. Caliento una pizza. Enciendo la TV. Documentales. Otro día en blanco. Termino la semana conduciendo de noche todo lo lejos posible de casa, de la oficina, de MONA, de MIAMIGO, de LARRUBIA y de MIMISMO. Voy a llenar el depósito y voy a conducir hasta que se haga de día en algún pueblo de la costa, donde a nadie le importa quien soy, que hago y cuando llegué. Porque los demás también acaban de llegar y nadie se conoce porque los coches vienen y van y los trenes y los aviones y nadie se queda mas tiempo que el que les dura el bote de crema protectora.


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