sábado, 3 de noviembre de 2018

UNA NOVELA DE METRO. 1ªPARTE. Una Semana de Marzo. Capítulo 1. Pienso que desaparezco y que a nadie le importa


Que envidia los que no recuerdan nada al día siguiente. Esos de qué he dicho, qué he hecho. Y ¿Cómo he llegado aquí? Yo no. Yo lo recuerdo todo.

Recuerdo mi primer cigarrillo, mi primer beso y mi primera borrachera. Recuerdo donde dejé el coche la primera vez que me dijeron NO. Recuerdo el color de la camiseta de mi amigo mientras le rompian la cara en los baños de la terraza de moda del verano del 92. Recuerdo el sabor de la lluvia mientras corro por la M30 hace 30 años, cuando tengo 15, después de un concierto, mientras decido estar enamorado y ser un Punk. Recuerdo la cara de todas las chicas a las que he besado, pero también recuerdo las caras de todas las chicas a las que he querido besar. Recuerdo fallar gol en el descampado de la colonia Butano a las cinco en punto de la tarde de un Viernes del año 82. Recuerdo todos los nombres, todas las mentiras y recuerdo números de teléfono que ya no existen. Cada uno de mis cortes de pelo. Todas mis promesas incumplidas. Cada mañana contigo y después cada mañana sin tí. Recuerdo sentirme un Dios Dorado asomándose a un balcón. Recuerdo vomitar en los pechos de una puta en un polígono del sur de Madrid. Recuerdo estar en todas y cada una de las calles de esta ciudad. Conducir por la Castellana, mientras amanece, con MIAMIGO durmiendo al lado. Pasear por Recoletos la primera tarde de primavera del 2001. Recuerdo todas las pastillas rojas, verdes y amarillas. El olor de la tierra mojada de los primeros días del Otoño. Recuerdo un tanga estampado con la bandera americana. Camino durante horas sintiéndome fuera de todo esto. Lo recuerdo todo y recuerdo estar solo y pensar que todo da igual.

Recuerdo a MIAMIGO, a mi lado, completamente aburrido mientras mira la televisión sin sonido un Domingo de Marzo de 2004. Al otro lado de la pared del salón, los vecinos siguen viendo algún canal temático en la televisión de pago. Tienen la tele encendida desde hace una semana, sin descanso. Nunca duermen. Se pasan la vida paseando por la casa. A través de la pared se oye un ruido constante de diálogos y risas, luego mas risas, luego más ruido. Todo suena lo mismo. Recuerdo leer que la mayoría de las grabaciones de risas de la televisión americana se registraron a principios de los cincuenta. Son risas de gente que ya murió, risas de muertos. Pero mis vecinos no están muertos, solamente se drogan en casa y ven pasar el tiempo mirando TV, mientras los muertos se ríen.

Domingos de cementerio con muertos riendo por televisión, fantasmas enganchados a las drogas al otro lado de la pared, acumulando semanas de sueño, y yo con mi resaca de Domingo al mediodía. Bienvenidos a los bloques del silencio en los barrios del sur de Madrid. A un paso por delante del coche fúnebre y a menos de un suspiro de otra jornada laboral de aburrimiento. En silencio , inmovil, mirando al techo, pensando o dejando de pensar, no sé muy bién, recuerdo que diferente era el paisaje del final de los 70. Con mi padre muy serio diciéndome: "No exageres", después de caer al suelo jugando al futbol en el descampado. Por entonces, todo lo demás es coleccionar tebeos, correr por escombreras que ahora son parques y tirarme en la hierba riendo hasta que me duele la tripa. FELIZ. Entonces decía, “yo voy a ser lo mejor, voy a ser el mejor”. Yo no quería el vaso lleno, quería todo el bidón. Quería todas las canciones, quería todo el amor del mundo. Todo lo que quería era TODO. NADA es mejor que poco, me decía. Y me estrellé. Siempre fuí un fraude, y después: ¿Me cambio la canción? Me convertí en un vagabundo de andar por casa, en zapatillas de felpa y no hice nada de valor. En lugar de eso, tengo que levantarme a las 6:30 de Lunes a Viernes.

Aunque hace unos meses que no puedo cumplir con los horarios. Salgo un Martes, salgo un Jueves y salgo un Domingo, se me acumulan los días. Me llaman del trabajo, no contesto. Estoy cayendo. Quiero empezar otra vez, puedo hacerlo bien, pero solo necesito pasar el día y que me pase esta resaca, para mañana tener ganas de volver a empezar. Entonces haré algo que merezca la pena, iré a comer una comida baja en grasa y alta en fibras vegetales, me acostaré a las 22:00, pondré el despertador con cinco minutos de retraso: Y seré el Dios que gobierna mi vida.

Hasta entonces, esto es el resto de tu vida. Tu propio reality-show. Tu biografía. Tu novela inacabada. Aquí siempre es el mismo día, todos los días, por el resto de los días y eso te debería resultar reconfortante. Todo es extrañamente normal, o nada lo es. No existe lo anodino y nadie busca la realidad. Nada es nada. Tienes tus secretos y tus horas terribles. Todos los que te conocen, no te conocen en absoluto. Solo saben de ti, tu nombre, tu número de teléfono, cuatro cosas que les has dicho y que estás entre ellos, con ellos, uno de ellos, como siempre has estado. Como en esos seriales de televisión en que la misma gente está atrapada en la historia temporada tras temporada y nunca envejecen ni los largan, solamente llevan más maquillaje, y hacen la ruleta del amor. Como en Santa Bárbara, como en Falcon Crest. Como Michael J.Fox y sus eternos 15 años, luego le llegó el parkinson. Pero da igual, porque luego vendrán otros actores, y al ser humano sólo le resta esperar para dejar de estar. De tu propia novela no puedes salir, ni con una cirugía radical, ni con una lobotomía. Solo se te permite evadirte en los bares y en las farmacias. En los hoteles de playa, donde eres lo que quieres decir que eres, pero por un rato. Solo te queda la evasión. Y no se puede escapar de la evasión. De distraerte. De evitar la confrontación. De huir hacia delante. De cascártela. De la televisión. De la denegación. No se puede escapar de la vía de escape. Con los años te sentirás en paz. No contento. No triste. No angustiado. No caliente. Te simplificas. El equilibrio entre felicidad y tristeza. La auto-deconstrucción. Tendrás tu buen día, todos los días, por el resto de los días. Porque los zombis nunca tienen un mal día.


Dirás: "siento haber creído que eras una pedorra estúpida y cabeza hueca", en realidad no más estúpida y cabeza hueca que tú mismo. Te vuelves sincero. No importa la realidad, importa la sinceridad. Esta es la historia desde que empieza la historia, desde que comenzamos a contar los años en occidente. Así es la vida en la tierra tal como la conocemos. Esa clase de sexo sucio y basto en el que primero quieres colocar unas cuantas hojas de papel de periódico. Aquí estas intentando devolver las cosas al estado en que estaban antes de pudrirte. Recrear aquella época imaginaria. Intentando reconstruir el funcionamiento de tu vida tal como era hasta que la cagaste del todo. El bonito funcionamiento de tu disfuncionalidad.

Dices: ¿si me estuviera volviendo demasiado cariñoso me lo dirías, verdad? Solo buscas esa manera insípida e inodora de no hacerte daño distrayéndote de ti mismo. ¿Conoces esa vieja frase que dice "Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo"? Creo que los que recuerdan el pasado están peor todavía. Los que recuerdan el pasado tienden a no entender una mierda de la historia. Los que recuerdan el pasado viven paralizados en él. "Aquellos que pueden olvidar el pasado van muy por delante del resto de nosotros" Estar vivo comporta perdonar. Pero nadie pensó que era mucho más efectivo "olvidar". La seguridad social debía tenerlo en cuenta, deberían crear un tratamiento que te permita olvidar. Firmar unos papeles y enchufarte a la máquina de "Olvidate de mí". Esto sería posible, pero no existe posibilidad alguna de olvidarse de uno mismo. Solo puedes progresar, evolucionar o como quieran llamarlo: vivir.

Esto es occidente. Uno empieza por las pajas y llega a las orgías. Empiezas con un porro y terminas pinchándote caballo. Es la cultura de lo más grande, lo más fuerte, lo más rápido y lo mejor. El pensamiento es rápido, la comida es rápida, la filosofía es barata, la ropa es de usar y tirar, la información se solapa con el mando a distancia en fragmentos de 2 minutos. La palabra clave es progresar. En occidente, si tu adicción no se renueva y mejora constantemente, eres un perdedor. Admira a los adictos. Todos aman a los adictos, igual que todos aman a las víctimas. En occidente ya no hay héroes, solo damnificados. En la sociedad occidental el adicto es el único que sabe lo que le espera. Sabe de qué va a morir. En cierta forma, elimina la incertidumbre de la muerte. Uno puede en efecto planificar su propia despedida.

Y mientras tanto consume, consúmete a ti mismo. Evádete en tu adicción, cualquiera que ésta sea. Consumo, evasión, progreso, adicción. Y sobre todo sinceridad: Con tu cara hundida en la blandura maravillosa de un culo, es asombroso lo que una mujer puede entender cuando dices por accidente "te quiero". Diez veces de diez, lo que el tío quiere decir es: "esto me encanta". No tienes corazón, ni puñetera falta que te hace. No van a conseguir hacerte sentir nada. No van a conseguir afectarte. Eres un cabrón estúpido, insensible y calculador. Fin de la historia. Aquí estás, esta es tu vida, eres "ese grandísimo hijo de la gran puta". Lo que tus padres querían que fueses desde pequeño. Ellos están orgullosos de donde has llegado. La verdadera naturaleza de las personas es una chorrada. El alma humana no existe. Las emociones son una chorrada. El amor es una chorrada. Vivimos y nos morimos y todo lo demás es ilusión.  Existen tus decisiones, tu enfermedad, tu muerte, porque finalmente, desapareces, definitivamente.

Pero eso no es ahora. Ahora es un Domingo de Marzo de 2004 y recuerdo todas las cervezas que tomé anoche. La primera cerveza que tomo en casa a las 20:35, antes de ducharme, y la cerveza que toma MIAMIGO mientras me espera en el salón a las 20:56. Recuerdo que suena “RadioHead”, al otro lado de la puerta, mientras aprieto el bote de champú: “Everything in its Right Place”. Todo en su lugar. Hay dos colores en mi cabeza. ¿Qué tratas de decir? Después, a las 21:30, dos cervezas más en el bar del primo de MIAMIGO antes de cenar, porque antes de cenar la ingesta de alcohol es un acto poético, después lo es más. Repetimos la ronda tres veces para estar seguros de lo que hacemos y poder salir a la calle sin que apenas esté anocheciendo. Ya son las 22:27 cuando MIAMIGO para un taxi y en menos de tres minutos, 22:30, se incorpora a la M30.

Recuerdo que tenía una cena con LUIS.H., pero se anuló porque S.S. tenía que volar a Málaga, aunque ya está de vuelta. ANTONIO.A. aplaude la interacción de las artes, JONÁS abre un estudio-galería en Pekín, y expone el día 10. Envío un mensaje de texto a LARRUBIA para ver si el Jueves que viene me la follo de una vez. La semana que viene hay una última fiesta en la gran terraza de LITTLE porque vende la casa, y tengo pensado ir a la fiesta "Yo también soy underground" que me invitó CLARA.C., mas que por otra cosa por tomar una copa con MARCOS. E., que hace mucho que no le veo. Pero mi hijo viene a pasar el fin de semana conmigo, veremos películas de terror antiguas de la Universal, que son las que a él le gustan, y a mi también.

Ahora no. Ahora estoy cenando con MIAMIGO y después nos tomaremos una copa y después no habrá prisa y mañana tampoco la habrá. Ahora bebemos por razones digestivas, mas tarde porque no habrá otra cosa que hacer. 

MIAMIGO.: Tu eres un cabrón que bebes por placer. ¡Hay que beber por amor!. Para olvidar los amores perdidos.
YOMISMO: Tu si que eres un cabrón, cuando follas ¿tampoco lo haces por placer?
MIAMIGO: No, no, yo follo para olvidar.
YOMISMO: Entonces yo follo para recordar.
MIAMIGO: ¿que dices?
YOMISMO: para recordar. ¿No ves que siempre follo con la misma?

La secuencia es la siguiente: Llamo a MONA, mi ex, la madre de mis hijos. Primero la mando un msm, luego otro, luego la llamo. Hablamos. Quedamos. Voy a su casa a follar. Follamos. Luego paso la tarde con mis hijos. Mas tarde vuelvo a mi casa y descanso. Duermo. Esto lo repito una y otra vez, como un estribillo. Estamos empezando el siglo XXI. Esta es la canción. Todo lo demás es esta novela.

Antes de esto, en el Siglo XX, lo que hago es dar vueltas con MIAMIGO. Él sabe muy bien donde me lleva: Donde quiero estar. Cogemos las llaves, el tabaco, un poco de dinero para gastar y bajamos corriendo las escaleras para deslizarnos con prisa por todas las barras. Miramos en las ventanas más altas de las torres mas altas donde siempre hay luces encendidas por el insomnio de los hombres de corbata. Nunca saltan porque piensan que a 100 metros de altura están tocando el suelo de Madrid. En realidad no quieren volver a pisar el suelo. Pienso: “Mira las estrellas como brillan, todo va bien ahora.”

Yo le digo que no pasa nada, que ahora mismo tiene una esperanza de vida de casi ochenta años, y la esperanza es lo último que se pierde. Que no hay prisa. Abre los grifos del bar hasta que el alcohol lo cubre todo. Hasta que se inunda su pasado, que se lo merece más que nadie. Mas tarde pide otro taxi. Justo cuando me abre la puerta me pregunta:

MIAMIGO: ¿Me lo devolverás?
YOMISMO: ¿El qué? ¿Tu pasado?
MIAMIGO: No, el dinero para el taxi.

Mi nombre es JOTA .
Es Domingo.
7 de Marzo de 2004.
Siempre pienso que ya estuve aquí y que ya dije esto.
Recuerdo que es en este momento cuando pienso que desaparezco y que a nadie le importa.

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