Toda vida es un borrador, incluso la más fácil, incluso la más difícil.
Todo lo que tenemos es por un tiempo. Todo se acaba. Todo está por acabar.
Tu hogar será demolido cuando tu mueras, incluso antes y desaparecerán con él todos tus recuerdos.
Nadie te recordará, a no ser que llegues a ser un nombre en una enciclopedia. Incluso así nadie te recordará. Casi todos los nombres propios que recuerda una enciclopedia no son más que conceptos de algo que pasó y a nadie le importa.
Lo que te queda es una anotación en una estadística, una vez muerto.
Los humanos nos resistimos a creer esto. Pensamos que existimos para un bien mayor, pero olvidamos que vivimos en el exclusivo presente y todo lo que no logramos hacer de forma inmediata, nunca será, nunca seremos.
El presente es mucho más sencillo. No se trata de alcanzar la gloria, no es así. Se trata de satisfacer el cuerpo. Comer bien, beber lo mejor, follar, dormir, procurarse placer. Todo en tiempo presente.
No existe Dios, no existen las religiones. Si no tienes hijos, no te preocupes de nada más que no sea el aquí y el ahora.
Los hijos, los padres, los amigos. ellos son la otra parte de la realidad. Por ellos te proyectas. Dejas de pensar en tí mismo y piensas en trascender. Porque uno solo puede trascender a través de otras personas. Aquí empieza el fracaso y una amplia variedad de enfermedades mentales.
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