Te veo en colores que no existen. Noto como cambia el viento y recuerdo que la luz que te rodeaba anoche era un abrir y cerrar de polvo de estrellas. Los pensamientos rebotando en los espejos y en las superficies curvadas de los metales. Los sonidos se acoplan y terminan produciendo una reverberación que se parece con el tiempo a una vocal suspendida.
Todo es misterioso e impredecible. Existo, pero no necesito pensar para entender que existo. Es más como un conocimiento de la presencia. No es necesaria la razón, solo la comprensión. Mi presencia impregna el sueño de mi amante dormida a mi lado. Destellos de luna entre la ventana y las cortinas bailando entre las sombras de la habitación.
Permanezco inmóvil y me siento fosforescente. Solo se puede percibir el movimiento de mis párpados ventilando la falta de sueño. Estoy drogado y las luces que mejor percibo son de color azul.
