Se trataba de un asalto o algo así
Había encontrado la solución para el porno. Me compré audífonos. Vivo en una casa grande de madera. Alejada a unos tres metros de la casa más próxima. Pasaría una noche de novela. ¡Bah! Una noche de porno. Como tantas. Pero esta vez sin miedo al volumen del audio. Vino tinto, queso y porno. ¡Qué más se le puede pedir a la vida! Era una de MILF. Mientras la escena se iba desarrollando, lo relataba como si fuese una pelea de Floyd Mayweather. ¡Mátala! ¡Dale con todo! ¡Es tuya! ¡La tenemos! ¡Es una perra! Etcétera. Siempre la acción de los protagonistas terminaba con mi eyaculación masturbatoria. Y el grito de la hinchada que era yo. Siempre he pensado que mis gritos al acabar la función, se podrían escuchar perfectamente en Vietnam. Y los audífonos me traicionaron. No bajé la voz. Grité más fuerte que nunca. Supongo que mi alarido llegó a Nueva Zelanda. A los cinco minutos llegó la policía. Un carro de bomberos. Una ambulancia. Llegaron reporteros y público en general. Patearon la puerta de casa y entraron. Mi vecina Pilar escuchó mis gritos y llamó al 911. Se trataba de un asalto o algo así....
Hugo Vera Miranda
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